Nuestro Dios es infinitamente grande.
Lo único que tenemos que hacer es mirar las estrellas en la noche para darnos cuenta de lo maravilloso que Él es como el Creador. Cuando observamos el universo físico, nos maravillamos por la grandeza y belleza del Señor. Sin embargo, aunque Su esplendor nos llena de asombro, muchas veces, Dios parece estar muy lejos de nuestro universo personal.
Estamos conscientes de que Dios es real, pero mientras nos ocupamos con las actividades diarias y aún cuando oramos, pareciera como si Él está lejos de nosotros, en lo alto de los cielos. Muchas veces nos preguntamos: “Señor, ¿dónde estás?”
Nuestro anhelo es tener acceso, contactar y estar cerca de esta Persona en quien creemos, y Dios por Su parte, también desea estar cerca de nosotros. De hecho, Dios desea vivir dentro de nuestro ser y tener una relación íntima y personal con cada uno de nosotros. De tal manera que llevó a cabo varias cosas significativas para que esto fuera posible.
Dios creó nuestro espíritu humano
Dios no desea permanecer como un ser lejano, al cual le tengamos que adorar desde lejos. Esta es la razón por la cual Dios creó al hombre con un órgano muy especial: nuestro espíritu humano. Nuestro espíritu humano nos permite tener contacto con Dios e incluso recibirle en nuestro ser. Dios creó nuestro espíritu para entrar dentro de nuestro ser para estar cerca de nosotros al morar en nuestro ser.
Dios se hizo hombre
El Dios eterno e ilimitado que está en el cielo, se hizo un hombre en la tierra, el hombre Cristo Jesús. Él es Dios y al mismo tiempo un hombre real, quien experimentó todos los aspectos de la vida humana, pero sin pecado. Debido a que posee una vida de carne y sangre, Jesús pudo morir en la cruz por nuestros pecados y reconciliarnos con Dios.
Cristo se hizo el Espíritu vivificante
Después de que el Señor Jesús murió en la cruz, Él fue sepultado, y después de tres días Él resucitó. 1 Corintios 15:45 es un versículo tremendo:
“Así también está escrito: ‘Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente’; el postrer Adán, Espíritu vivificante”.
El postrer Adán, Cristo nuestro Salvador en resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante. Ahora como el Espíritu, Él puede entrar en cualquiera que crea en Él.
Cristo entró en nuestro espíritu
Cuando creemos en Jesucristo, lo recibimos como el Espíritu en nuestro espíritu. Estamos unidos a Él, y Él, quién es el Espíritu, no viene a visitarnos temporalmente, sino a morar en nuestro espíritu para siempre. ¡Cristo vive en nosotros!
Asi que, ¿en dónde habita Dios hoy?
Para aquellas personas que creen en Cristo, Él no sólo es el Creador que mora en los cielos, lejos, muy lejos de nosotros; Él es también el Espíritu vivificante que mora en nosotros, en nuestro espíritu humano. Él ha entrado en nuestro universo personal al entrar en nuestro ser. Ya no es un Dios lejano, sino nuestro Redentor y Salvador, quien está cerca de nosotros puesto que Él vive en nosotros. Debido a que está tan cerca de nosotros, Él está disponible a nosotros a cualquier hora y en cualquier lugar y puede suplir todas nuestras necesidades consigo mismo.
Dios está cerca de nosotros, más cerca de lo que cualquier otra persona lo puede estar. Esto es un hecho. Sencillamente necesitamos enfocarnos en nuestro espíritu donde está Él y acudir al Señor en fe. Mientras aprendemos a cómo vivir y andar por el espíritu, al contactarlo y conversar con Él durante el día, disfrutaremos más y más aquello que Dios tiene para nosotros y lo que Él desea ser para nosotros en nuestras vidas.
“Señor Jesús, gracias por venir a vivir en mi espíritu. ¡No estás lejos en lo absoluto! Tú estás ahora mismo dentro de mí, en mi espíritu. Estas tan cercas de mí. Señor, te amo, y deseo conocer Tu presencia en mi espíritu cada día más y más”.