¿Cómo quiere Dios que vivan los cristianos?

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Todos probablemente tenemos algunas ideas sobre cómo deben vivir los cristianos a fin de agradar a Dios. Quizás pensemos que necesitamos esforzarnos por hacer lo correcto, hacer buenas obras o vivir de acuerdo a algún tipo de norma moral o ética.

En realidad, nuestras propias suposiciones nos impiden ver el verdadero deseo de Dios para con nosotros.

Entonces, ¿cómo quiere Dios que vivan los cristianos?

En Elementos básicos de la vida cristiana, tomo 3, Watchman Nee provee una ayuda tremenda. En el capítulo uno, “Dos principios relacionados con el modo de vivir: vivir según la vida o según el bien y el mal”, Nee explica el principio por el cual Dios quiere que vivamos, como se revela en la Biblia.

En esta entrada, incluimos algunos extractos iluminadores de este capítulo para ayudarnos a ver cómo debemos vivir como creyentes en Cristo.

Regresar al principio

Para entender cómo Dios quiere que vivan los cristianos, tenemos que regresar al principio. Después de que Dios creó al primer hombre, Adán, Él lo puso en el huerto del Edén, que tenía dos árboles particulares. Génesis 2:9 dice:

“E hizo Jehová Dios brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer, y también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol del conocimiento del bien y del mal”. 

El árbol de la vida representa a Dios como vida en forma de alimento. Dios quería que Adán, en representación de toda la humanidad, comiera de este árbol. Al comer del árbol de la vida, el hombre recibiría la vida de Dios.

Por otro lado, el árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Satanás, el enemigo de Dios, quien es la fuente de la muerte. Dios le advirtió a Adán que comer de ese árbol resultaría en muerte.

Note que la Biblia no llama a estos dos árboles “el árbol de la vida y del bien” y “el árbol del conocimiento del mal”. El árbol que representa a Dios es simplemente el árbol de la vida. El otro árbol es el conocimiento tanto del bien como del mal. Un árbol da por resultado la vida, y el otro da por resultado la muerte.

La función de la conciencia del hombre

Como sabemos, Adán y Eva fueron tentados por Satanás para desobedecer a Dios y comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. En lugar de vivir por la vida de Dios y disfrutar de una relación amorosa con Él, Adán y Eva tuvieron que ser separados de Dios porque llegaron a ser pecaminosos. 

Estar separado de Dios es una de las muchas consecuencias de la caída de Adán, la cual afectó a toda la humanidad. En vez de estar bajo el gobierno directo de Dios, el hombre tuvo que estar bajo el gobierno de su propia conciencia

La conciencia es la parte de nuestro ser creada por Dios que nos alerta cuando hemos hecho algo malo, algo que Dios no aprueba. Es tremendamente importante que las personas presten atención y escuchen a su conciencia a fin de ser preservadas de la maldad ruinosa para la salvación y el propósito de Dios.

Dios también dio los diez mandamientos con todas sus ordenanzas a través de Moisés. Estos mandamientos registrados en el Antiguo Testamento nos muestran qué tipo de Dios es Él y cuán pecaminosa es la humanidad. Ver lo que Dios aprueba y lo que Él condena ayuda a iluminar la conciencia del hombre.

Sin duda, es de vital importancia que los padres enseñen a sus hijos lo que es correcto  y lo que está mal, y los ayuden a distinguir el bien del mal.Cuando los padres alientan y enseñan a sus hijos a escuchar su propia conciencia, los niños pueden aprender a tener relaciones sanas con los demás y llegar a ser ciudadanos obedientes a la ley y miembros contribuyentes de la sociedad. Todo esto es necesario para que la civilización humana continúe de manera adecuada, y no se debe descartar.

Pero además de esto, cuando somos salvos, recibimos la vida de Dios. Así que, después de ser salvos, Dios quiere que vivamos por algo aún más elevado que nuestra conciencia: Su vida divina.

Dos principios relacionados con el modo de vivir

El árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal representan no sólo dos fuentes diferentes sino dos maneras de vivir diametralmente opuestas. Una manera es vivir tomando a Dios como vida, y la otra es vivir según el conocimiento del bien y del mal, es decir, hacer lo que creemos que es bueno y correcto y evitar lo que es malo o incorrecto.

En Elementos básicos de la vida cristiana, tomo 3, Nee remarca que estas dos maneras son dos principios relacionados con el modo de vivir. En la página 9, explica por qué es crucial que nosotros como creyentes conozcamos estos dos principios:

“El cristianismo se relaciona con la vida de Dios, no con el bien y el mal; y se centra en dicha vida, no en discernir entre lo bueno y lo malo. Tenemos muchos hermanos y hermanas jóvenes entre nosotros. Cuando ustedes aceptaron al Señor Jesús y recibieron una vida nueva, obtuvieron algo maravilloso en su interior. Recibieron otro principio que gobernaría el modo en que ustedes vivirían. Sin embargo, si ustedes ignoran este principio, en lugar de ser regidos por la vida divina, vivirán según el principio del bien y del mal”.  

Tenemos la vida de Dios en nosotros

Desde el momento en que Dios creó al hombre hasta ahora, la intención de Dios nunca ha cambiado. Él todavía quiere que recibamos Su vida. Y Él quiere que vivamos y hagamos todo por el principio de la vida.

Entonces, ¿cómo podemos vivir por el principio de la vida? El primer requisito es que recibamos la vida divina de Dios. Esto sucedió cuando creímos en Jesucristo y nacimos de nuevo del Espíritu en nuestro espíritu. ¡Ahora tenemos la vida de Dios en nuestro espíritu!

Ahora Dios quiere que vivamos cada día por esta vida, no por un código moral externo de hacer lo que creemos que es bueno y correcto.

Podemos ver esto claramente en Juan capítulo 3. Nicodemo, un hombre bueno y moral, vino al Señor Jesús. En lugar de enseñar a Nicodemo o exhortarlo a ser una mejor persona, Jesús le dijo enfáticamente: “Os es necesario nacer de nuevo”.  Por muy bueno que fuera Nicodemo, él necesitaba nacer de nuevo a fin de recibir la vida de Dios y vivir por ella.

En la página 11, Nee enfatiza fuertemente este punto:

“Debemos recordar que la Palabra de Dios dice que la vida cristiana se basa en la vida que reside en nuestro interior, y no en una forma externa que define lo que es bueno o malo. Muchas personas mundanas, que aún no han sido salvas, viven según la norma de vida más elevada que pueden alcanzar: el principio de escoger entre lo bueno y lo malo. No obstante, si nosotros como cristianos vivimos según este mismo principio en nada nos diferenciamos de la gente del mundo. Los cristianos y los incrédulos difieren en el sentido de que los cristianos no se rigen por una forma ética ni por una ley externa”. 

Una vez que somos salvos, tenemos una vida que reside en nuestro interior, la vida de Dios. Esto nos hace diferentes de las personas que aún no han sido salvas. Así que, debemos vivir de manera diferente a las personas que aún no han sido salvas, viviendo no según una forma ética externa, sino según la vida de Dios en nuestro espíritu.

Por supuesto, no debemos malinterpretar el punto que se está haciendo. Nunca está bien hacer cosas malas o incorrectas, y Dios nunca nos llevaría a hacer algo pecaminoso o inmoral. Siempre debemos seguir escuchando la voz de nuestra conciencia, que corresponde absolutamente con Dios, quien es santo y justo.

Pero el punto es que Dios finalmente quiere que vivamos según el principio de la vida, que era Su intención original cuando creó a la humanidad. Tenemos que darnos cuenta una y otra vez de que Dios quiere que nosotros —Sus creyentes que poseemos Su vida— vivamos, caminemos y hagamos todo por Su vida.

La vida divina de Dios trasciende cualquier norma humana. Así que cuando vivimos y actuamos por la vida de Dios, nuestro vivir en realidad sobrepasa la norma moral o ética más elevada. Entonces nuestros familiares, compañeros de trabajo, amigos y otras personas en nuestras vidas ven algo mucho más elevado que una vida ética; ven la expresión de Dios mismo en nuestro vivir.

Cómo sabemos por qué principio estamos viviendo

Dios quiere que todos Sus hijos, los cuales nacen de Su vida, vivan, caminen y hagan todo por Su vida. Pero en términos prácticos, ¿cómo podemos saber si estamos viviendo según el principio de la vida? Nee da algunos indicadores de cómo podemos saberlo en la página 14:

“Recuerden que la vida divina no actúa basándose en normas externas de lo que es bueno o malo. Debemos tomar nuestras decisiones basándonos en el sentir de vida o muerte que tengamos. Debemos prestar atención a si la vida divina dentro de nosotros aumenta o disminuye. Ningún cristiano debe hacer algo simplemente porque sea bueno y correcto. Debemos consultar con el Señor, quien mora en nosotros. ¿Cuál es el sentir que Él nos da? ¿Nos sentimos gozosos interiormente al hacer aquello? ¿Tenemos el gozo y la paz que provienen del Espíritu? Esto es lo que ha de determinar el rumbo que hemos de seguir en nuestra senda espiritual”. 

Aquí Watchman Nee habla de decidir cosas basándonos en “el sentir de vida o muerte”. En otras palabras, sabemos por cuál fuente estamos viviendo no por una señal externa sino por un sentir, o sentimiento, interno que tenemos. Ese sentimiento es de vida o de muerte.

Si estamos haciendo las cosas de acuerdo a la vida, sentiremos gozo, felicidad y paz. Y esos sentimientos no son algo que podamos fabricar. Por otro lado, si tenemos la sensación de que la vida de Dios disminuye en nosotros, eso es un sentir de muerte. Así que, no importa cuán buena sea cierta cosa que hagamos, si tenemos un sentir o un sentimiento de muerte espiritual, necesitamos detenernos y volvernos al Señor para contactarlo en nuestro espíritu.

Al prestar atención a si tenemos un sentir de vida o un sentir de muerte, aprenderemos gradualmente a vivir según el principio de la vida. Viviremos y actuaremos de acuerdo con la vida de Dios en nuestro espíritu en lugar de evaluar si las cosas son simplemente correctas o incorrectas, buenas o malas.

Dos hechos que debemos recordar

El Señor es una Persona viva que ahora vive dentro de nosotros. Si estamos atentos a Él, Él nos hará saber si no estamos viviendo según el principio de la vida.

En las páginas 22-23, Nee señala dos hechos importantes que debemos recordar:

“Cada vez que busquemos a Dios y le pidamos que nos hable, la luz espontáneamente resplandecerá en nuestro interior. Tengamos presente que nuestra regeneración es un hecho. También es un hecho que Dios vive en nosotros por medio de nuestro Señor Jesús. El Señor está expresándose continuamente desde nuestro interior. Por consiguiente, esperamos que cada uno de nosotros pueda decirle a Dios: ‘Concédeme Tu gracia para vivir según el árbol de vida, y no según el árbol del conocimiento del bien y del mal. Quiero estar siempre atento a la vida divina. En cada situación deseo preguntarme: ¿Cuál es el sentir que me comunica Tu vida?’. Si éste es el principio que rige nuestro vivir, notaremos un gran cambio en nuestra vida cristiana”. 

Qué maravilloso es que hayamos nacido de Dios y que Él esté viviendo en nosotros hoy. Que realmente veamos que Dios quiere que vivamos por el principio de la vida. Y como resultado, que busquemos que Dios hable en cada asunto, prestemos atención a la vida y seamos sensibles al sentir de vida dentro de nosotros.

En este capítulo, Watchman Nee da muchos ejemplos de su propia experiencia para aclarar el punto sobre cómo Dios quiere que vivamos. Estas situaciones prácticas son muy útiles para aprender a vivir según el principio de la vida. Le animamos a leer todo el capítulo 1 de Elementos básicos de la vida cristiana, tomo 3. Puede descargar una copia gratuita aquí.

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