Estoy a punto de mudarme por primera vez de un estado a otro y todavía no tengo un lugar a donde mudarme. La fecha límite de la mudanza que se avecina sumado a encontrar un nuevo lugar para vivir en una ciudad donde hay mucha actividad, me hizo pensar realmente sobre la idea de tener un hogar. ¿Qué es lo que logra que un lugar se convierta en un hogar?
En esta situación desconcertante, el Señor me recordó algunos versículos de la Biblia que hicieron darme cuenta que no soy la única persona que se siente sin hogar.
Dios está buscando un lugar al que pueda llamar hogar.
En Efesios 2:22, Pablo le dijo a los creyentes que están siendo “juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu”. Este versículo nos muestra que Dios desea establecer Su morada en el hombre, en nuestro espíritu.
En el mismo libro, el apóstol Pablo también oró por todos los creyentes “para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe” (Ef. 3:17). Estoy seguro que muchos de ustedes han escuchado el dicho “El verdadero hogar es donde reside el corazón” Este versículo claramente indica que Cristo desea hacer Su hogar en nuestros corazones.
Cuando creímos en el Señor fuimos regenerados y Él vino a vivir dentro de nosotros, en nuestro espíritu. Pero Él no solamente desea vivir en nuestro espíritu, Él desea hacer su hogar en nuestros corazones. Y como estos versículos dicen, Su hogar aún no está completo. Su morada aún está siendo edificada en nosotros
¿Qué es lo que hace que un lugar se convierta en un hogar?
Existe una diferencia entre el lugar donde reside y el lugar que usted considera su hogar. Usted puede vivir en un hotel como huésped, o en dormitorio como estudiante universitario, pero lo más seguro es que usted no considere ese lugar como su hogar. Así que, ¿qué es lo que hace que un lugar en el que vivamos sea un hogar?
Una definición en particular de hogar del diccionario Merriam-Webster resonó en mí:
“un lugar familiar o usual; ambiente agradable (tiene la misma naturaleza, disposición o gustos); también: el enfoque de atención doméstica”.
Merriam-Webster también define la frase en hogar como:
1. relajado y acogedor; estar cómodo
2. en harmonía con lo que nos rodea
3. en terreno familiar
En otras palabras, el hogar no es solamente un lugar de residencia. Es un lugar de comodidad y descanso, un lugar donde uno está cómodo y donde las cosas que están cerca de usted son familiares, armoniosas y como a usted le gustan. No es un lugar donde usted come y duerme; es un lugar que expresa sus gustos y preferencias. Esto es nuestra realidad y también es real para Dios.
Pero, ¿acaso el cielo no es el hogar de Dios?
Isaías 66:1-2 nos dice algo extraordinario:
“Así dice Jehová: El cielo es Mi trono, y la tierra estrado de Mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que me habréis de edificar, y dónde está el lugar de Mi reposo? Porque Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas ellas llegaron a existir declara Jehová. Pero miraré a aquel hombre que es pobre y de espíritu contrito, y que tiembla ante Mi palabra”.
Dios no desea que Su hogar esté en las cosas que Él hizo con Su mano, pero en el hombre que escoge permitirle a Dios hacer Su hogar en él. Este es Su deseo al salvarnos. Dios quiere una casa edificada en el corazón de todo Su pueblo.
¿Es su corazón un cuarto de huéspedes o un hogar?
Si un lugar es nuestro verdadero hogar, cada cuarto estará disponible para nosotros. Ningún lugar estará prohibido. Sin embargo, cuando vamos a la casa de un amigo, aunque aveces nos digan: “Está en su casa” no nos sentimos con la misma libertad. No importa cuánto intentemos sentirnos como si estuviéramos en nuestra casa, todavía hay lugares a los que no podemos ir y cosas que no podemos hacer. Aún estamos en la casa de alguien más.
En Efesios, Pablo oró para que Cristo hiciera Su hogar en el corazón de los creyentes. Nuestro corazón tiene muchos “cuartos” y quizás no le hemos permitido al Señor que entre a cada uno de estos cuartos. Quizás aún no estemos listos para abrir ciertas áreas de nuestro ser interior al Señor. Pero esto significa que Dios todavía es un huésped en nuestro corazón.
A medida que pasamos tiempo con el Señor cada día, podemos practicar abrir un poco más nuestro corazón a Él. Podemos abrirnos en la manera en que pensamos, nuestros sentimientos, nuestras decisiones y permitirle que haga Su hogar en nosotros. Finalmente, Él tendrá acceso a todo nuestro corazón y tendrá Su hogar allí.
Mientras sigo empacando y preparándome para mi mudanza que se avecina, estoy feliz que el Señor me recordó que Él también se está moviendo. Él se está moviendo en mí para hacer Su hogar allí. Él se está moviendo en mi corazón para hacer Su hogar allí.
Espero que después de haber tenido un día bastante ocupado y que regresemos a casa o al recostarnos por la noche para descansar, que todos podamos darnos cuenta de lo mismo. Luego podemos acordarnos de orar: “Señor, haz más Tu hogar en mi corazón hoy. No quiero que solamente permanezcas en mi espíritu. Extiéndete en mi ser. Haz Tu hogar en cada parte de mi corazón. Hazme aquella persona en quien puedes encontrar un lugar para descansar”. Esto le da la libertad a Dios de extenderse a donde a Él le plazca y hacer lo que Él quiera en nosotros. Entonces Él ya no es un huésped en nuestro espíritu y ahora Él puede hacer de nuestro corazón Su hogar.