La inmensa importancia del espíritu humano
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¿Alguna vez ha notado que junto con el Espíritu Santo, el espíritu humano es mencionado numerosas veces a través del Antiguo Testamento y del Nuevo?
En otras entradas, hemos examinado las tres partes del hombre: el espíritu, el alma y el cuerpo. También analizamos con más detalle la diferencia entre el alma y el espíritu. En esta entrada, nos centraremos específicamente en la inmensa importancia de nuestro espíritu humano, la parte más profunda de nuestro ser. Veremos la posición monumental que ocupa tanto en el propósito de Dios para la humanidad como en nuestra vida cristiana.
La perspectiva de Dios acerca del espíritu humano
Primero veamos la perspectiva de Dios acerca del espíritu humano. Zacarías 12:1 dice:
“Así declara Jehová, que extiende los cielos, pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él”.
Es fácil para nosotros apreciar lo impresionante que son los cielos y la tierra creados por Dios. No podemos evitar sentirnos conmovidos por su grandeza cuando miramos las estrellas o vemos imágenes que captan la belleza de la naturaleza.
Pero Zacarías 12:1 nos muestra que a los ojos de Dios, el espíritu del hombre es igualmente importante. Está clasificado al mismo nivel que los cielos y la tierra.
Note también que este versículo no sólo dice que Dios “forma al hombre” en un sentido general, sino que Él “forma el espíritu del hombre dentro de él”. Esto indica que el espíritu es la parte más importante de nuestro ser.
Pero ¿por qué es nuestro espíritu tan importante para Dios?
Primero, veamos cómo y por qué Dios formó el espíritu del hombre.
Cómo Dios formó el espíritu del hombre
Cuando Dios creó el universo, Él extendió los cielos y puso los cimientos de la tierra con Su poder. Jeremías 32:17 dice:
“¡Ah, Señor Jehová! Tú hiciste el cielo y la tierra con Tu gran poder y con Tu brazo extendido. Nada hay que sea demasiado maravilloso para Ti”.
La creación de los cielos y la tierra fue un acontecimiento tremendo. A través de ella, Dios mostró Su poder asombroso. Pero cuando llegó el momento de crear al hombre, Génesis 2:7 nos da estos detalles en contraste:
“Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y llegó a ser el hombre alma viviente”.
En hebreo, el idioma original del Antiguo Testamento, la palabra traducida como aliento es neshamah. En Proverbios 20:27, esta misma palabra, neshamah, se traduce como espíritu:
“Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre”.
Estos versículos indican que el aliento de vida llegó a ser el espíritu del hombre.
La creación del espíritu del hombre fue un acto íntimo de Dios. Dios sopló en el hombre después de formarlo del polvo de la tierra. Esto es mucho más personal que Su manera de crear los cielos y la tierra, que fue con Su gran poder y Su brazo extendido. Él impartió Su propio aliento en el hombre. Este aliento, que llegó a ser el espíritu del hombre, procedió del propio ser de Dios. ¡Cuán precioso es nuestro espíritu para Dios! Cuánto cuidado puso en formarlo.
Por qué Dios formó el espíritu del hombre dentro de él
Dios creó los cielos, la tierra y el espíritu del hombre porque Él tenía un propósito en Su corazón que quería cumplir. Fue precisamente con este propósito que Dios nos creó no sólo con un cuerpo y un alma, sino también con un espíritu.
El propósito de Dios es impartirse a Sí mismo en nosotros, compartiendo Su vida divina con nosotros y llegando a ser todo para nosotros. Así es como Dios y nosotros podemos tener una relación íntima y personal. Dios desea que Él y el hombre compartan una vida interiormente y un vivir exteriormente. Al recibir la vida de Dios y vivir según ella, la humanidad expresaría a Dios en todos los sentidos.
Para llevar a cabo el gran plan de Dios, nuestro espíritu humano es indispensable. Es la parte de nuestro ser que puede contactar, recibir y contener a Dios. ¡No es de extrañar que nuestro espíritu humano sea tan importante para Dios!
Juan 4:24 dice:
“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”.
Este versículo nos muestra que la naturaleza misma de Dios es Espíritu. Como hemos visto, nuestro espíritu humano corresponde estrechamente con lo que Dios es. Así que necesitamos usar nuestro espíritu para contactar a Dios, quien es Espíritu.
Cuando creímos en Jesús como nuestro Salvador, fuimos regenerados —es decir, nacidos de nuevo— en nuestro espíritu con Su vida divina. Es por eso que Juan 3:6 dice:
“Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.
Ahora Dios no está lejos de nosotros: Él está viviendo en nuestro espíritu. Podemos usar nuestro espíritu para contactarlo y continuar recibiendo más de Él.
Apreciar nuestro espíritu humano
Nuestro espíritu humano formado y diseñado por Dios es realmente maravilloso. Sin nuestro espíritu, sólo podríamos conocer y adorar a Dios objetivamente como nuestro Creador. Pero debido a que tenemos un espíritu, Dios puede impartirse en nosotros para que lo experimentemos interiormente como nuestra vida.
Comprender la importancia de nuestro espíritu humano debería revolucionar nuestra vida cristiana. El Señor no está lejos de nosotros; Él está morando en nosotros, en nuestro espíritu. Ahora nadie puede estar más cerca o más disponible para nosotros que Él. En cualquier momento, en cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia, podemos contactarlo, recibirlo y disfrutar de la comunión con Él.
Cuando experimentemos a Cristo de esta manera, las palabras de 2 Timoteo 4:22 serán muy preciosas para nosotros:
“El Señor esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros”.
Todas nuestras experiencias personales y subjetivas de Cristo son posibles porque Él vive en nuestro espíritu humano.
La importancia de nuestro espíritu en nuestra vida cristiana
Cuando se trata de la vida cristiana, el Nuevo Testamento no nos dice que debemos hacer todo lo posible para cumplir con ciertas regulaciones externas. En realidad, enfatiza nuestro espíritu humano una y otra vez, incluso exhortándonos a nosotros los creyentes a andar por nuestro espíritu, es decir, a vivir por nuestro espíritu regenerado. Cuando vivimos por nuestro espíritu, el Cristo viviente dentro de nosotros con todas sus virtudes maravillosas es expresado en nuestro vivir. Así es como lo expresamos en nuestra vida diaria.
Pero vivir por nuestro espíritu y experimentar a Cristo como nuestra vida no es sólo para nuestro propio crecimiento espiritual individual. En realidad, es de esta manera que Dios obtendrá Su testimonio corporativo, que está compuesto por todos los creyentes. El Nuevo Testamento llama a este testimonio corporativo la iglesia y el Cuerpo de Cristo, y esto es lo que cumplirá el deseo del corazón de Dios.
Ser la expresión de Dios es lo que le da sentido a nuestra vida humana y a nuestra vida cristiana, y esto es lo que nos satisfará tanto a nosotros como a Dios.
Si vive en Estados Unidos, puede pedir una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro aquí para aprender más sobre la importancia de nuestro espíritu humano.
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