¿Sabía usted que Dios tiene una economía?
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Pídala ahora¿Alguna vez ha escuchado que Dios tiene una economía?
La palabra economía generalmente trae a la mente cosas como dinero, recursos o sistemas financieros. Así que usted podría pensar que la economía de Dios está relacionada con la forma en que Dios quiere que los creyentes manejen su dinero, o cómo Él provee a las personas recursos materiales.
En el Nuevo Testamento, la frase la economía de Dios se usa en varios versículos. Pero ninguno de ellos se refiere a algo material. En cambio, esta frase en la Biblia se refiere a algo mucho más profundo.
En esta entrada, hablaremos del uso de la palabra economía en el Nuevo Testamento, enfocándonos en un versículo clave y su nota acompañante en la Versión Recobro. También leeremos extractos de La economía de Dios por Witness Lee, un libro que examina este tremendo tema de manera detallada.
La palabra griega oikonomía
El griego es el idioma original del Nuevo Testamento. La palabra griega oikonomía, que se traduce al español como economía, aparece en varios versículos del Nuevo Testamento. En 1 Timoteo 1:4, el apóstol Pablo instruyó a Timoteo, su joven colaborador en el Señor:
“Ni presten atención a mitos y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que la economía de Dios que se funda en la fe”.
Ya que este versículo afirma que la economía de Dios se funda en la fe, y dado el contexto de todo el libro de 1 Timoteo, podemos ver claramente que Pablo no estaba hablando de finanzas o cosas materiales.
Entonces, ¿qué significa la economía de Dios?
Leamos la primera sección de la nota 3 sobre este versículo en el Nuevo Testamento Versión Recobro:
“La palabra griega significa ley doméstica, lo cual implica distribución (la base de esta palabra tiene el mismo origen que pastos en Jn. 10:9, lo cual implica la distribución de pastos para el rebaño). Denota manejo doméstico, administración de familia, gobierno familiar y, por derivación, una distribución, un plan o una economía para la administración; por tanto, esto también es una economía doméstica”.
Ahora que hemos visto lo que significa la palabra oikonomía, leamos la siguiente sección de la nota para ver qué es la economía de Dios:
“La economía de Dios en fe es Su economía doméstica, Su administración doméstica (cfr. nota 101 de Ef. 1; Ef. 3:9), la cual consiste en impartirse en Cristo a Su pueblo escogido a fin de obtener una casa que lo exprese, que es la iglesia (3:15), el Cuerpo de Cristo”.
Así que la economía de Dios es un plan y una administración para impartir no cosas materiales, sino a Él mismo en Cristo en las personas. Estas personas serían entonces Su casa, que es la iglesia, el Cuerpo de Cristo, para Su plena expresión.
La divina empresa de Dios
Teniendo en cuenta esta nota, leamos algunos extractos de La economía de Dios por Witness Lee.
En el prefacio, Lee explica el título del libro:
“Tal vez la palabra ‘economía’ usada en el título de este libro parezca un poco extraña al lector. ‘La economía de Dios’ es una cita de 1 Timoteo 1:4, conforme al griego. La palabra “economía” en griego es ‘oikonomía’, que primordialmente significa administración de una casa, manejo de una casa, arreglo y distribución, o dispensación (de riquezas, propiedades, asuntos, etc.). Se usa con la intención de dar énfasis al punto central de la divina empresa de Dios, la cual es distribuirse o dispensarse a Sí mismo en el hombre”.
Dios tiene una divina empresa, algo que Él quiere obtener en este universo. El punto central de esa empresa es Dios distribuyéndose, o dispensándose, a Sí mismo en la raza humana.
En una entrada anterior sobre el plan de Dios, vimos que Dios tenía un propósito particular en mente cuando creó al hombre. Él quería que el hombre lo recibiera y fuese lleno de Él. Al unirse Dios y el hombre y compartir Su vida divina, Dios sería vida y todo para el hombre, y el hombre expresaría a Dios a todo el universo. ¡Ésta es la divina empresa de Dios!
Fuimos hechos para contener a Dios
¿Cómo se aplica a nosotros la gran empresa de Dios? En realidad, la economía de Dios tiene todo que ver con nosotros como seres humanos y como creyentes en Cristo.
En la página 48 de La economía de Dios, Lee dice:
“¿Cuál es el propósito de que Dios creara al hombre? Sólo que el hombre fuera Su recipiente. Me gusta usar la palabra ‘recipiente’ porque es más clara que la palabra ‘vaso’. En Romanos 9:21, 23 y en 2 Corintios 4:7 se ve claramente que Dios nos creó con el propósito de que fuéramos Sus recipientes para contenerlo. Nosotros sólo somos recipientes vacíos, y Dios quiere ser nuestro único contenido”.
Dios nos creó como vasos, o recipientes, porque Él quiere ser impartido en nosotros para ser nuestro contenido, de hecho, nuestro único contenido.
Para ilustrar este punto, Lee señala que tanto las botellas como los focos están hechos para contener algo en particular. Así como un foco está diseñado para contener electricidad y nada más, nosotros fuimos hechos para contener a Dios.
Lee continúa en la misma página:
“El hombre fue hecho con el propósito de contener a Dios. Si Dios no es nuestro contenido y si no conocemos a Dios como nuestro contenido, somos una insensata contradicción. No importa cuánta educación obtengamos, qué clase de posición alcancemos o cuántas riquezas poseamos, con todo, nuestra existencia no tiene razón de ser, puesto que fuimos hechos con el explícito propósito de ser un recipiente para contener a Dios como nuestro único contenido. Como recipientes debemos recibir a Dios en nuestro ser. Aunque esta palabra parezca simple, es exactamente la palabra que se necesita para señalar el pensamiento principal de toda la Escritura. La enseñanza básica de toda la Escritura es simplemente ésta: Dios es el propio contenido, y nosotros somos los recipientes hechos para recibir este contenido. Debemos contener a Dios y ser llenos de Dios”.
Dado que fuimos hechos específicamente para contener a Dios, nada más realmente “encaja”. Esto explica por qué nos sentíamos vacíos interiormente antes de recibir al Señor Jesús. Cosas como una gran educación, un trabajo bien pagado, o un entretenimiento sin fin nunca pueden proveer una satisfacción duradera. Dios debe ser nuestro único contenido.
¿Cómo podemos contener a Dios?
Dios nos creó específicamente con tres partes: un cuerpo, un alma y, lo más importante, un espíritu humano. Nuestro espíritu, la parte más profunda de nuestro ser, tiene la capacidad de recibir y contener a Dios.
Cuando nos arrepentimos y creímos en Jesús, Dios se impartió en nosotros por primera vez. Lo recibimos y nacimos del Espíritu en nuestro espíritu humano. Ahora, desde nuestro espíritu regenerado, Dios quiere extenderse a cada parte de nuestro ser hasta que estemos llenos y saturados de Él.
En la página 232, Lee explica por qué nuestro espíritu es tan crucial en la economía de Dios:
“Dios se forja a Sí mismo a través de nosotros, usando nuestro espíritu como Su centro. El Dios Triuno está en el centro de nuestro ser. ¡Esto es lo más maravilloso! Dios entró en la naturaleza humana, llevó a la naturaleza humana y la introdujo en la naturaleza divina, y le dio fin a todas las cosas negativas; ahora el Dios Triuno y todo lo que Él ha realizado, están en nuestro espíritu como nuestra vida y como nuestro todo. Desde este punto central el Dios Triuno se dispersa desde adentro hacia afuera y satura las partes profundas de nuestro ser consigo mismo. El espíritu humano es el punto central del blanco de la economía de Dios”.
Así que nuestro espíritu es el punto de partida. A partir de ahí, Dios quiere impartirse a Sí mismo en todo nuestro ser para llenarnos por completo.
¿Por qué Dios quiere llenarnos? La meta de Dios al impartirse a Sí mismo en nosotros no es simplemente hacernos más espirituales o mejores personas. Dios quiere llenarnos completamente para que Él pueda ser expresado a través de nosotros. Cuando cada parte de nuestro ser esté llena de Dios, lo expresaremos de una manera completa como el Cuerpo vivo de Cristo. Esta expresión es el deseo del corazón de Dios.
Necesitamos ver la economía de Dios
Todo lo que Dios hace es con Su economía en mente. Dios nos creó e incluso nos redimió para que Él pudiera impartirse en nosotros y llenar todo nuestro ser. Así es como Él obtendrá el deseo de Su corazón. Si realmente vemos la economía de Dios, nuestra vida estará llena de significado, y nuestra vida cristiana estará llena de propósito.
¡Que el Señor nos abra los ojos para ver su economía maravillosa!
La economía de Dios implica muchos asuntos profundos en las Escrituras, incluyendo la Persona de Dios en Su Trinidad; Su creación y redención; Cristo morando en nuestro espíritu; las partes internas de nuestro ser, como nuestro corazón, espíritu y alma; y la meta de Dios, Su expresión a través del Cuerpo de Cristo.
Sólo pudimos presentar brevemente este tremendo tema en esta entrada. Le animamos a leer La economía de Dios con sus veinticuatro capítulos reveladores. Lee expone el propósito de Dios como se ve en la Biblia y provee muchos ejemplos prácticos que aplican la economía de Dios a nuestra vida diaria. Usted puede descargar el libro gratis desde cualquier parte del mundo.
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