Nuestro remedio espiritual: El Espíritu como una dosis todo-inclusiva

De alguna manera logró contagiarse de ese resfriado tan desagradable que anda por ahí. Estornudos, dolor de cabeza, congestión y fiebre, se siente terrible. Intentando sentirse mejor, se arrastra hasta la tienda para comprar uno de esos medicamentos que trata los diferentes síntomas. Después de tomar la primera dosis, comienza a sentirse mejor.

A nadie le gusta enfermarse. Pero, ¿alguna vez se ha sentido espiritualmente “enfermo”? Tiene el deseo de expresar a Cristo a las personas, pero le cuesta trabajo. Trata de ser paciente con alguien, pero al final explota. Usted “padece” de la falta de paciencia, bondad o de humildad.

Le pide al Señor que le dé más amor, más bondad o que le ayude a ser paciente. ¿Alguna vez ha deseado tener una dosis que le sirva para diferentes síntomas y que le ayude con los muchos problemas de su vida cristiana?

¡Bueno, la Biblia tiene buenas noticias, ahora la puede tener!

Nuestro remedio espiritual: el Espíritu es la dosis todo-inclusiva

Así como se mezclan los diferentes ingredientes en un medicamento para tratar los síntomas múltiples del resfriado, tenemos un remedio espiritual todo-inclusivo, una dosis compuesta de ingredientes maravillosos, de todo lo que Cristo es, para tomar cuidado de todas nuestras necesidades espirituales. Esta dosis todo-inclusiva es el Espíritu Santo.

El capítulo 2 de La economía de Dios por Witness Lee lo describe de esta manera:

“¿Nos hemos dado cuenta alguna vez de que, en todo el mundo, el Espíritu Santo es la mejor ‘dosis’? Una sola dosis es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades. Todo lo que el Padre y el Hijo son y todo lo que Ellos tienen está en este Espíritu maravilloso. Considere cuántos elementos están en esta dosis: la divina naturaleza de Dios, Su naturaleza humana, Su vivir humano con los sufrimientos terrenales, la maravillosa eficacia de Su muerte, Su resurrección, Su ascensión y Su entronización. ¡Oh, no podemos imaginarnos qué clase de dosis es ésta! Sin embargo, alabado sea el Señor, cada día podemos disfrutarla!”.

Cuando creímos en el Señor Jesús, Él no sólo nos perdonó y salvó del juicio eterno, sino que también entró en nuestro espíritu como el Espíritu vivificante. Ahora Su Espíritu incluye cada virtud y elementos necesarios para nuestra vida cristiana. Cuando contactamos al Señor quien es el Espíritu vivificante, recibimos el suministro de todo lo que Él es.

¿Le hace falta paciencia? El Señor Jesús es la paciencia. ¿Le hace falta humildad? El Señor Jesús es la humildad. Él es la fortaleza, la bondad, el dominio propio, la mansedumbre, la perseverancia y muchas cosas más. Lo que necesitamos en cualquier situación, Él es.

En vez de darnos paciencia, amor o bondad por separado, el Señor Jesús se nos dió Él mismo como el Espíritu para ser nuestro amor, bondad y paciencia. Él mismo y todo lo que Él es nos suministra para satisfacer cada exigencia. Cualquier cosa de la que carezcamos la podemos encontrar en la dosis única del Espíritu todo-inclusivo.

Nunca podremos hallar un amor, una bondad o una paciencia que exprese a Cristo aparte de Cristo mismo. De modo que, la solución para ser un “un buen cristiano” no es seguir enseñanzas, aprender más doctrinas o tratar de mejorar nuestro comportamiento. Sencillamente necesitamos contactar a Cristo, quien es el Espíritu en nuestro espíritu. Cuando lo contactamos, obtenemos Su persona y lo disfrutamos como la maravillosa dosis todo-inclusiva que puede ser el todo para nosotros y hacerlo todo por nosotros.

La manera de tomar la dosis todo-inclusiva del Espíritu

He aquí algunas maneras para contactar el Espíritu e ingerir al Señor como la “dosis” saludable para nuestro andar cristiano diario:

1. Leer la Biblia

Juan 6:63 dice: “El Espíritu es el que da vida; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Cuando acudimos a la Biblia no debemos solamente usar nuestra mente para entender las letras en blanco y negro, aún más, necesitamos usar nuestro espíritu para abrirnos al hablar de Dios. De esta manera, contactamos al Espíritu en la Palabra y recibimos la “dosis”de la Palabra.

2. Orar

En 1 Corintios 14:15 dice: “Oraré con el espíritu”. Cuando oramos con el espíritu, contactamos al Señor quien es el Espíritu. Orar con el espíritu es como respirar espiritualmente. De la misma manera en la que inhalamos aire para respirar, cuando oramos, inhalamos más del Espíritu vivificante como el aire divino.

3. Cantar

1 Corintios 14:15 también dice: “Cantaré con el espíritu”. También podemos contactar al Espíritu al cantar himnos y cánticos espirituales con nuestro espíritu. MIentras cantamos con nuestro espíritu, espontáneamente disfrutamos al Espíritu como el todo-inclusivo.

4. Invocar el nombre del Señor

1 Corintios 12:3 dice: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable en el Espíritu de Dios dice: Jesús es anatema; y nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Cuando invocamos: “Señor Jesús” o decimos: “Jesús es el Señor”, estamos en el Espíritu Santo y contactamos al Señor como el Espíritu. Por medio de invocar el nombre del Señor, a cualquier hora y en cualquier lugar, recibimos más de Él como la dosis todo-inclusiva.

5. Orar-leer

Efesios 6:17-18 dice: “Y recibid el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios; con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu”. Podemos poner en práctica lo que se nos enseña en este versículo al convertir lo que leemos en una oración al Señor. Al orar con la Palabra de Dios, “comemos” la Palabra como nuestro alimento. La Palabra está llena de nutrición espiritual que satisface nuestra hambre y nos sustenta. Ésta es una manera excelente de recibir más del Espíritu todo-inclusivo.

Como el Espíritu vivificante con nuestro espíritu, Cristo es todo lo que necesitamos para vivir nuestra vida cristiana. Nuestra necesidad no es intentar esforzarnos por mejorar; nuestra única necesidad es contactar y disfrutar al Espíritu diariamente al leer la Biblia, orar, cantar, invocar el nombre del Señor y orar-leer. Al practicar estas cosas, ingerimos al Espíritu como la dosis todo-inclusiva.


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