3 versículos claves acerca del Espíritu Santo con nuestro espíritu humano

¿Necesita ayuda para entender la Biblia?

Pida una Biblia de estudio gratuita que le ayudará a entender la Palabra de Dios.

Pídala ahora
hombre con Biblia abierta

Cuando lea la Biblia, notará que el Espíritu Santo se menciona en numerosos versículos. Éste, por supuesto, es el Espíritu divino de Dios. Muchos versículos también mencionan el espíritu humano. Como vimos en una entrada anterior, nuestro espíritu, la parte más profunda de nuestro ser, fue creado especialmente por Dios con la capacidad de contactarlo y recibirlo.

En esta entrada veremos tres versículos claves en el Nuevo Testamento que mencionan los dos espíritus juntos: el Espíritu Santo y el espíritu humano. También leeremos notas en el Nuevo Testamento Versión Recobro para ver lo que estos versículos nos revelan acerca de nuestra experiencia cristiana.

1. Nacer del Espíritu en nuestro espíritu

Juan 3:6 dice:

“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.

En este versículo, Espíritu con “E” mayúscula se refiere al Espíritu de Dios, y espíritu con “e” minúscula se refiere a nuestro espíritu humano. Ambos están involucrados cuando somos regenerados, o nacemos de nuevo.

La nota 2 sobre este versículo en el Nuevo Testamento Versión Recobro explica lo que sucede en nuestro nacimiento nuevo:

“El primer Espíritu mencionado aquí es el Espíritu divino, el Espíritu Santo de Dios, y el segundo espíritu es el espíritu humano, el espíritu regenerado del hombre. La regeneración se lleva a cabo en el espíritu humano por medio del Espíritu Santo de Dios, con la vida de Dios, la vida eterna e increada. Así que, ser regenerado significa tener la vida eterna y divina (además de la vida humana, la vida natural) como la nueva fuente y el nuevo elemento de una nueva persona”.

Cuando creímos en Jesús, algo ocurrió dentro de nosotros: ¡nuestro espíritu nació del Espíritu! Esto dio por resultado un cambio revolucionario en nuestro ser interior. Debido a que nacimos de nuevo del Espíritu, la vida divina y eterna es ahora nuestra nueva fuente y nuevo elemento de nuestra nueva persona.

El nacimiento de un niño es ciertamente un evento maravilloso y bendito, pero es sólo el comienzo de la vida del niño. Diariamente el niño necesita crecer y desarrollarse hasta alcanzar la madurez.

De la misma manera, nacer de nuevo es nuestra primera experiencia del Espíritu divino y nuestro espíritu humano. Ese nuevo nacimiento inició nuestra vida cristiana. A partir de ese momento, necesitamos crecer en la vida de Dios al experimentar Su vida en nosotros y vivir por ella.

2. Adorar a Dios en espíritu

El siguiente versículo crucial sobre los dos espíritus es Juan 4:24, que dice:

“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. 

Aquí, los dos espíritus están relacionados con la adoración a Dios. Echemos un vistazo al contexto de este versículo.

En Juan 4, Jesús se encontró con una mujer samaritana en un pozo. En los versículos 13-14 Él le dijo:

“Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; mas el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que brote para vida eterna”. 

La mujer vino al pozo a sacar agua física, pero ella era una persona profundamente insatisfecha: ya había tenido cinco maridos y estaba viviendo con un hombre que no era su marido. Jesús sabía esto; Él también sabía que ella necesitaba beberlo a Él como agua viva. Sólo Él podía satisfacerla verdaderamente y saciar su sed interior.

Durante el curso de su conversación, la mujer samaritana mencionó el tema de la adoración. Aunque ella era inmoral, tenía conceptos particulares sobre cómo y dónde la gente debería adorar a Dios. Ella le dijo a Jesús en el versículo 20:

“Nuestros padres adoraron en este monte, mas vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar”.

Pero en el versículo 24 Jesús dijo:

“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. 

¿Qué quiso decir el Señor aquí? Leamos la nota 2 sobre este versículo en la Versión Recobro:

Espíritu aquí se refiere a la naturaleza del Dios Triuno completo; no se refiere solamente al Señor Espíritu. Para adorar a Dios, quien es Espíritu, debemos hacerlo con nuestro espíritu, el cual tiene la misma naturaleza que la Suya”. 

Jesús le reveló que Dios es Espíritu, así que debemos adorarlo con nuestro espíritu. La adoración que Dios quiere no es en cierto lugar físico sino en la esfera del espíritu.

La nota 3 nos ayuda a ver más con respecto a adorar a Dios el Espíritu con nuestro espíritu:

“El Señor dijo esto a la mujer samaritana a fin de instruirla con respecto a la necesidad de ejercitar su espíritu para tener contacto con Dios el Espíritu. Contactar a Dios el Espíritu con el espíritu es beber el agua viva, y beber el agua viva es rendir verdadera adoración a Dios”. 

Nuestro espíritu es tanto la esfera donde debemos adorar a Dios como la manera en que lo adoramos. Nuestro espíritu creado por Dios tiene la capacidad maravillosa de contactar y recibir a Dios. Así que para adorar a Dios, debemos usar nuestro espíritu para contactar a Dios, quien es Espíritu. Así es como bebemos de Él como el agua viva.

No sólo eso, beber al Señor como el agua viva es como rendimos verdadera adoración a Dios.

La verdadera necesidad de todo ser humano, incluyendo a los creyentes, es disfrutar del Señor como agua viva. Sólo Él puede satisfacernos plenamente y saciar toda nuestra sed interior.

Esto es cierto para el curso de toda nuestra vida cristiana. Así como bebemos agua físicamente varias veces al día, Dios quiere que lo bebamos diariamente como el agua viva que no se agotará más. Bebemos esta agua viva al ejercitar nuestro espíritu para contactar a Dios, quien es Espíritu.

Una de las maneras más sencillas en que podemos ejercitar nuestro espíritu es invocando el nombre del Señor. Jesús es el nombre del Señor vivo y resucitado, así que en cualquier momento y en cualquier lugar, podemos volver nuestro corazón a Él y contactarlo invocando: “Oh, Señor Jesús, Señor Jesús”. Cuando lo contactamos, Él nos refresca, nos aviva y sacia nuestra sed.

3. El Espíritu da testimonio con nuestro espíritu

Romanos 8:16 dice:

“El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. 

La experiencia de los dos espíritus que se revela en este versículo es muy dulce y reconfortante. Cuando creímos en el Señor Jesús, como se mencionó anteriormente, nacimos de nuevo con la vida divina de Dios y llegamos a ser Sus hijos. Dios como Espíritu entró en nuestro espíritu. Desde entonces, Él como Espíritu da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Esto nos asegura que nuestra salvación es real.

Podemos seguir experimentando el testimonio del Espíritu con nuestro espíritu a lo largo de nuestra vida cristiana. A partir de este versículo, vemos que no es sólo el Espíritu quien da testimonio. La nota 1 en la Versión Recobro recalca el papel que desempeña nuestro espíritu:

“No es que el Espíritu da testimonio y también nuestro espíritu, sino que el Espíritu da testimonio juntamente con nuestro espíritu. Esto indica que nuestro espíritu debe tomar la iniciativa de dar testimonio primero; luego el Espíritu dará testimonio juntamente con nuestro espíritu”. 

No necesitamos esperar a que el Espíritu dé testimonio primero. De hecho, cuando tomamos la iniciativa al ejercitar nuestro espíritu, el Espíritu entonces dará testimonio juntamente con nuestro espíritu. Podemos hacer esto testificando de los hechos espirituales. Por ejemplo, podemos declarar algo como esto:

“Señor Jesús, Tú eres mi Salvador y Señor. ¡Gracias, he nacido del Espíritu en mi espíritu! Tengo la vida de Dios. ¡Soy un hijo de Dios!».

Al hacer tal declaración, el Espíritu dentro de nosotros da testimonio juntamente con nuestro espíritu que en verdad somos hijos de Dios. Tenemos una sensación dulce de que Dios es nuestro Padre querido y amoroso, que hemos nacido de Él y que tenemos Su vida.

Cuando estamos pasando por momentos difíciles, podemos ejercitar nuestro espíritu y declarar algo al Señor. Por ejemplo, podemos declarar: “¡Señor, estás conmigo en mi espíritu! Gracias por estar conmigo”. 

Aunque podamos sentirnos tristes, cuando ejercitamos nuestro espíritu de esta manera, experimentaremos el consuelo del Espíritu dando testimonio juntamente con nuestro espíritu de que verdaderamente somos hijos de Dios. 

¿Cómo es posible que el Espíritu dé testimonio juntamente con nuestro espíritu de esta manera? Leamos la nota 2 sobre la frase nuestro espíritu en Romanos 8:16:

“Esto revela que hoy en día el Espíritu de Dios, el Espíritu todo-inclusivo del Dios Triuno, mora en nuestro espíritu humano regenerado y opera en nuestro espíritu. Estos dos espíritus son uno; juntamente viven, operan y existen, mezclados como un solo espíritu (1 Co. 6:17)”. 

Cuando fuimos regenerados, el Espíritu de Dios vino a morar en nuestro espíritu. Él no está separado de nosotros, solamente viviendo lejos en los cielos. El Espíritu de Dios en realidad está habitando, viviendo y morando en nuestro espíritu regenerado.

En 1 Corintios 6:17, al que se hace referencia al final de esta nota, se nos dice:

“Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. 

Esto nos dice que los dos espíritus están mezclados como uno solo. Así es como el Espíritu puede dar testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.

La importancia de conocer estos tres versículos

Estos tres versículos cruciales nos muestran lo que Dios desea. Dios no quiere que lo conozcamos meramente de manera objetiva como Aquel que vive fuera y aparte de nosotros. En cambio, el Espíritu y nuestro espíritu humano están íntimamente involucrados el uno con el otro.

Nuestra vida cristiana comienza cuando nacemos del Espíritu en nuestro espíritu con la vida de Dios, y continúa a medida que vivimos por Su vida en nosotros. Diariamente podemos adorar a Dios, quien es Espíritu, en nuestro espíritu al contactarlo y beberlo como el agua viva. Y debido a que nuestro espíritu y el Espíritu están mezclados como uno solo, podemos estar seguros y ser consolados por el testimonio del Espíritu juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos amados de Dios.

Es completamente a través del Espíritu Santo y de nuestro espíritu humano que podemos experimentar a Dios subjetivamente como nuestra vida, nuestra verdadera satisfacción y nuestro consuelo. Esperamos que haya disfrutado de estos tres versículos importantes que resaltan los dos espíritus y que éstos lo animen en su vida cristiana. Si vive en los Estados Unidos, puede pedir una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro para leer todas las notas sobre los versículos mencionados en esta entrada.