Qué hacer en cuanto a su pasada manera de vivir después de ser salvo
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Pídala ahoraDebido a que el Señor Jesús murió por nuestros pecados, cuando creímos en Él, fuimos perdonados y lavados de todo rastro de nuestros pecados. No deberíamos sentirnos preocupados por lo que hicimos o por quiénes éramos antes de ser salvos. Debemos estar muy claros al respecto.
Pero cuando fuimos salvos, también llegamos a ser una persona nueva en el Señor con una vida nueva. Nacimos de nuevo con la vida de Dios. A partir de ese momento, tenemos una vida nueva y también deberíamos tener un vivir nuevo.
Si continuamos viviendo como lo hacíamos antes de ser salvos, las cosas de nuestra vida pasada nos retendrán. Para progresar en la vida cristiana, necesitamos poner fin a nuestra pasada manera de vivir para que ya no estemos bajo su influencia.
Entonces, ¿cómo hacemos esto?
El sentir de nuestra conciencia
Antes de ser salvos, nuestra conciencia estaba algo insensible. Una de las primeras cosas que sucede después de que creemos es que nuestra conciencia se sensibiliza. Aunque ciertas cosas no nos molestaban antes, ahora nos damos cuenta de que son pecaminosas, injustas o inmorales. Sin tener que consultar con los demás, espontáneamente sabemos qué desagrada a Dios en nuestro vivir.
Por ejemplo, quizás nuestra vida vieja incluía el uso de un lenguaje vulgar. Tal vez incluso tomábamos el nombre del Señor en vano sin sentir que algo andaba mal. Pero después de ser salvos, comenzamos a tener un sentimiento de inquietud cada vez que hablábamos así. Este sentimiento de inquietud proviene de nuestra conciencia. Si hacemos caso a nuestra conciencia al dejar de usar ese tipo de lenguaje, nos sentiremos en paz. Nuestra vieja manera de hablar ya no será una de las cosas que nos detenga en nuestro caminar cristiano.
Ahora, veamos algunos ejemplos en el Nuevo Testamento de cómo los creyentes tomaron medidas con respecto a su pasada manera de vivir de forma minuciosa a fin de crecer en Cristo. Estos ejemplos nos ayudarán a ver qué le desagrada al Señor, y nos ayudarán a ir adelante con Él.
1. Volverse de los ídolos
Lo primero y más importante que debemos hacer es deshacernos de cualquier tipo de ídolo u objeto relacionado con un ídolo. En 1 Tesalonicenses 1:9 dice:
“Os volvisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero”.
Los ídolos son imágenes u objetos sin vida, los cuales están en contraste con el Dios vivo y verdadero. Pueden incluir muchas cosas, como pinturas o esculturas. Dios no tolera a los ídolos. Que nosotros nos aferremos a un ídolo es un asunto serio. Nuestro Dios es un Dios celoso que quiere que lo adoremos y amemos sólo a Él, el único Dios vivo y verdadero.
Incluso poseer un ídolo por cualquier razón o tener una inclinación en nuestro corazón hacia uno es inaceptable para Dios. El apóstol Juan advirtió a los creyentes en 1 Juan 5:21:
“Hijitos, guardaos de los ídolos”.
Tenemos que ser decisivos y absolutos cuando se trata de un ídolo. No basta con sólo ocultarlo. Para ser libres de su efecto, los ídolos y cualquier cosa relacionada con prácticas supersticiosas —tales como la adivinación o los horóscopos— deben ser completamente erradicados de nuestras vidas. Y es mejor no vender o regalar estas cosas.
Debemos abandonar inmediata y completamente todo lo relacionado con los ídolos después de creer en Cristo. Incluso si usted cree que no tiene ningún ídolo a su alrededor, es bueno tomarse un momento para orar sobre este asunto. Puede orar:
“Señor Jesús, no quiero tener ningún ídolo. Te amo. Señor, muéstrame si tengo algún ídolo o cosas supersticiosas que deseas que elimine de mi vida”.
2. Erradicar completamente las cosas malignas e inmundas
En Hechos 19, el apóstol Pablo predicó el evangelio de Jesucristo a la gente en la ciudad de Éfeso. Los versículos 19 y 20 relatan lo que hizo la gente después de creer en Jesús:
“Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor”.
Pablo no les dijo a los creyentes efesios: «Ahora que son salvos, deben destruir estos libros». Ellos tomaron esta acción no por un mandamiento externo, sino como resultado de la obra interna del Espíritu Santo que vivía en ellos. La experiencia que ellos tuvieron de la salvación de Dios era fuerte y los motivó a abandonar y quemar estos libros malvados que alguna vez fueron preciosos para ellos. Ni siquiera los vendieron. Su separación absoluta de estos libros los liberó. Y el resultado de su acción fue que la palabra del Señor creció y prevaleció poderosamente.
Este ejemplo de los creyentes efesios nos muestra que los objetos inapropiados deben ser erradicados de nuestras vidas. Las cosas que son pecaminosas o sucias —material pornográfico, ropa indecente, parafernalia de juegos de azar, artículos relacionados con el abuso de drogas y alcohol, libros e imágenes inmorales y cosas relacionadas con la brujería y la magia— deben ser destruidas. Una limpieza completa de hasta los restos de nuestra vida sin Dios nos liberará del dominio de nuestra pasada manera de vivir. Relacionado con este asunto, puede orar:
“Señor Jesús, haz que mi conciencia sea sensible. Ilumíname en cuanto a cualquier cosa impropia o inmunda en mi vida, Señor. Ayúdame a deshacerme de estas cosas a fin de que pueda seguir adelante contigo sin obstáculo”.
3. Pagar las deudas y hacer restitución
Lucas 19:2-10 relata la historia de Zaqueo, un recaudador de impuestos que conoció al Señor Jesús mientras Él pasaba por Jericó.
Era común que los recaudadores de impuestos en aquellos días extorsionaran a las personas sobrevalorando sus propiedades o ingresos y tomando el exceso para ellos mismos. Debido a esto, eran odiados y despreciados.
Pero el Señor le habló a Zaqueo y le dijo que vendría a quedarse en su casa. Zaqueo recibió al Señor, gozoso, y le dijo:
“He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”.
Después de conocer al Señor Jesús, Zaqueo fue instantáneamente convencido de sus pecados, especialmente de extorsionar dinero de la gente. Expresó su deseo de pagarles cuatro veces y dar la mitad de todo lo que tenía a los pobres. El Señor no le ordenó que hiciera esto. Cuando Zaqueo conoció a Jesús, instantáneamente supo lo que debía hacer para hacer restitución a todos los que engañó y alejarse de su antigua manera deshonesta de vivir.
Entonces, ¿cómo se relaciona el ejemplo de Zaqueo con nosotros hoy? El Espíritu dentro de nosotros nos hace conscientes de lo que necesitamos aclarar de nuestro pasado. Quizás necesitemos devolver el dinero que le pedimos prestado a alguien hace mucho tiempo. O quizás necesitemos devolver los artículos que tomamos de nuestro lugar de trabajo. Si permitimos que el Señor nos hable, sabremos respecto a qué tenemos que tomar medidas y cómo hacerlo.
Podemos buscar al Señor respecto a cómo pagar nuestras deudas, confiando en Él para que nos ayude a enmendar las cosas, orando:
“Señor, si le debo algo a alguien, muéstramelo. Guíame a cómo pagar mis deudas”.
4. Despojarnos de nuestra pasada manera vivir
Efesios 4:22 dice:
“Que en cuanto a la pasada manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se va corrompiendo conforme a las pasiones del engaño”.
La pasada manera de vivir es un término amplio que se refiere a cómo nos comportábamos anteriormente en todos los aspectos de nuestra vida. Incluye cosas tales como las personas con las que nos relacionábamos, cómo hablábamos, cómo nos vestíamos, adónde íbamos, cómo gastábamos nuestro tiempo, cómo gastábamos nuestro dinero, etc.
Después de ser salvos, toda nuestra manera de vivir debe cambiar de lo que era antes.
Si nos abrimos al Señor acerca de esto, quizás nos demos cuenta de que hay muchas cosas en nuestra vida que no son adecuadas para un hijo de Dios. Por ejemplo, quizás nos vestíamos de cierta manera antes de ser salvos. Pero después de creer en el Señor, nos sentimos incómodos cuando usamos esa ropa. En ese caso, debemos hacer caso a este sentimiento, que es el Señor dentro de nosotros, y alterar la ropa o reemplazarla por otra.
Necesitamos pedirle al Señor que nos muestre si hay algo que le desagrada en nuestro vivir. A medida que Él nos habla, debemos responderle, descontinuando ciertas prácticas y actividades de nuestra vida pasada.
No es un asunto de ser regulados externamente sino de la nueva vida dentro de nosotros
La manera en que tomamos medidas con respecto a nuestra pasada manera de vivir no es según alguna clase de regulación externa. Es un asunto de ser sensibles y obedientes a la vida de Dios dentro de nosotros. Así pues, debemos llevar este asunto al Señor mismo. No necesitamos tratar de averiguar cuáles cosas podrían ser un problema por nuestra cuenta.
Aquel que recibimos como nuestro Salvador y que ahora vive en nuestro espíritu está lleno de sentimiento. Él también es muy preciso y específico con respecto a cualquier cosa que no coincida con Él. Podemos abrir nuestro corazón al Señor y pedirle que nos indique cualquier cosa que todavía esté presente en nuestro vivir y que le resulte ofensiva o desagradable. Podemos orar:
“Señor Jesús, gracias por salvarme. Quiero que crezcas en mí sin ningún obstáculo de mi antigua vida. Señor, muéstrame cualquier cosa inapropiada en mi vida que me frustre de ir adelante contigo. Ayúdame a eliminarlos por completo de mi vida».
El Señor Jesús seguramente responderá esta oración. Él revelará las cosas de nuestra vida pasada que nos obstruyen en nuestro caminar cristiano. Al cooperar con el Señor para ponerles fin, podemos seguir adelante y experimentar a Cristo cada día.
Para aprender más sobre cómo ser sensibles a la vida de Dios dentro de nosotros, recomendamos leer el capítulo 17 titulado «La comunión de vida y el sentir de vida», en La economía de Dios. Puede descargar este libro electrónico gratuito aquí.
Todos los versículos son citados de la Santa Biblia Versión Recobro. Puede pedir una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro aquí.
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