Siete razones convincentes para leer la Biblia

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Cualquiera que considere la Biblia de una manera objetiva concluiría que es un libro extraordinario. Está llena de historias fascinantes y la historia cautivadora del pueblo de Dios a lo largo de muchos siglos. También contiene poesía muy conmovedora, palabras que son una fuente de consuelo y sabiduría profundos y pasajes que transmiten la norma más alta de ética y moralidad.

Esto es razón suficiente para leer la Biblia.

Pero nosotros los creyentes atesoramos la Biblia por mucho más que esas cualidades. La atesoramos como el hablar mismo de Dios.

En esta entrada, hablaremos de sólo siete de las muchas maneras maravillosas en que nos beneficiamos al leer la Biblia. Veremos versículos claves y notas de la Versión Recobro que presentan razones convincentes para leer la Palabra de Dios regularmente durante toda nuestra vida cristiana.

1. La Biblia nos alimenta

Al leer la Biblia, somos alimentados interiormente.

Así como la necesidad principal de un bebé es comer, no que se le enseñe, nosotros los hijos de Dios principalmente necesitamos ser alimentados espiritualmente en lugar de aprender muchas doctrinas de la Biblia. Dios nos dio la Biblia para alimentarnos.

En 1 Pedro 2:2 se nos dice:

“Desead, como niños recién nacidos, la leche de la palabra dada sin engaño, para que por ella crezcáis para salvación”. 

La Palabra de Dios es la leche dada sin engaño, nuestro alimento espiritual, para nutrirnos. Al ser alimentados, crecemos a medida que la vida de Dios aumenta en nosotros.

En Mateo 4:4, el Señor Jesús dijo:

“No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Como hombre en la tierra, Jesús vivió de esta manera, y Él es nuestro excelente modelo. Necesitamos vivir no sólo de comida física, sino de la Palabra de Dios. De esta manera nuestra hambre interior será satisfecha y seremos fortalecidos para vivir la vida cristiana, creciendo en la vida de Dios.

2. La Biblia nos da luz

¿Alguna vez ha tenido que caminar de noche por algún lugar en plena oscuridad? La mayoría de nosotros probablemente llevaríamos una linterna para poder ver por dónde estamos caminando. De lo contrario, podríamos tropezar fácilmente con algo o perdernos.

A pesar de que somos salvos, todavía estamos rodeados por la oscuridad de esta era. Muchas cosas pueden hacer que tropecemos en nuestro caminar cristiano o que abandonemos el camino de seguir al Señor. ¿Cómo podemos saber qué camino tomar? En medio de tanta oscuridad, necesitamos luz divina.

La Biblia es esa luz divina. Salmos 119:105 dice:

Lámpara es a mis pies Tu palabra y luz a mi senda”. 

Todos los días necesitamos que la Palabra de Dios sea nuestra lámpara y luz para dirigir nuestro caminar y mostrarnos el camino de Dios.

En 2 Pedro 1:19 también dice que la Palabra de Dios es una lámpara para nosotros:

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una lámpara que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana nazca en vuestros corazones”. 

La nota 2 sobre lámpara en el Nuevo Testamento Versión Recobro nos ayuda a entender: 

“Pedro compara la palabra de la profecía en las Escrituras con una lámpara que alumbra en lugar oscuro, lo cual indica que: (1) esta era es un lugar oscuro en medio de una noche oscura (Ro. 13:12), y todos los habitantes de este mundo se conducen y actúan en tinieblas y (2) la palabra profética de las Escrituras, como lámpara que ilumina a los creyentes, transmite una luz espiritual que resplandece en las tinieblas que los rodean (no como mero conocimiento en la letra que ellos deban aprender), guiándolos para que entren en un día brillante, y puedan pasar por la noche oscura hasta que esclarezca el día de la manifestación del Señor. Antes que el Señor aparezca como luz del día, necesitamos que esta palabra sea la luz que alumbre nuestros pasos”. 

Los habitantes de este mundo se conducen y actúan en tinieblas. Vemos esto en todas partes de la sociedad, en todo el mundo. ¿Cómo evitamos perdernos? Dios nos ha dado una provisión maravillosa: las Escrituras.

Diariamente necesitamos leer la Biblia para que pueda brillar sobre nosotros como luz divina, salvándonos de conducirnos y actuar en tinieblas. Mientras esperamos la segunda manifestación del Señor, necesitamos leer la Biblia todos los días para que pueda brillar sobre nosotros e iluminar nuestro camino hasta que esclarezca el día.

3. La Biblia nos riega

¿Alguna vez ha notado lo verdes y frescas que son las plantas después de que llueve? Eso es porque la lluvia les da un baño muy necesario, limpiando el polvo, la suciedad y los residuos que se han acumulado. También limpia los poros diminutos en las hojas de una planta, mejorando su capacidad para absorber nutrientes. Y la lluvia también contiene ciertos nutrientes que las plantas necesitan para crecer. No es de extrañar que las plantas sean revitalizadas después de un aguacero. 

El rocío también es beneficioso para las plantas. Forma una barrera protectora en las hojas de una planta para que la planta pueda retener más humedad en sus células. Y en un ambiente cálido, el rocío enfría la planta para reducir el estrés por calor.

¿Qué tiene esto que ver con leer la Biblia? Bueno, ¿sabía que a los creyentes se nos  compara con las plantas? Colosenses 2:7 dice:

Arraigados y sobreedificados en Él”. 

¿Y sabía que la Palabra de Dios es el agua celestial que necesitamos?

Deuteronomio 32:1-2 dice:

“Prestad oído, oh cielos, y dejadme hablar; y oiga la tierra las palabras de mi boca. Gotee como la lluvia mi enseñanza; destilen como el rocío mis palabras, como gotas de lluvia sobre la tierna hierba y como abundantes lluvias sobre las plantas”. 

La Palabra de Dios es como lluvia celestial, rocío y abundantes lluvias para nosotros.

A veces, mientras leemos la Biblia, tenemos la sensación de que la Palabra de Dios es como la lluvia, lavando la suciedad del mundo que hemos acumulado en nuestra vida diaria. Al leer, somos revitalizados y nuestros corazones, como los poros de una planta, son abiertos nuevamente a Él. Al mismo tiempo, los nutrientes espirituales en Su Palabra nos son transmitidos de una manera refrescante.

Y a veces leer la Biblia es como ser humedecido por el suave rocío de la mañana. Cuando primero venimos al Señor en la mañana, podemos sentirnos como si estuviéramos totalmente secos. Por ejemplo, nuestra difícil situación laboral puede ser un ambiente “caliente” para nosotros que nos estresa. Pero las palabras de la Biblia nos riegan en nuestra condición seca, calmándonos y enfriándonos como el rocío.

Ya sea que la experimentemos como lluvia, rocío o lluvias abundantes, la Palabra de Dios es nuestra agua celestial. Nos refresca, vigoriza y renueva.

4. La Biblia es la manera en que Dios nos habla

Dios quiere hablarnos a cada uno personalmente. Pero ¿cómo es eso?

Dios no nos habla de una manera sobrenatural o espectacular. Él nos habla directa y claramente en las palabras de la Biblia. En 2 Timoteo 3:16 se nos dice:

“Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. 

Cuando leemos las Escrituras, Dios nos habla. Muchas veces somos enseñados, redargüidos, corregidos o instruidos, no por las letras en blanco y negro en la página, sino por Dios hablándonos a través de esas palabras de una manera personal y directa.

Por ejemplo, al leer los diez mandamientos en Éxodo 20, somos redargüidos en nuestra conciencia, y nos damos cuenta de que nos quedamos cortos ante Dios en muchas áreas de nuestras vidas. Ese sentido de redargución proviene de que Dios nos habla de una manera personal y directa mientras leemos esas palabras.

Dios también puede hablarnos incluso después de que hayamos leído algo en Su Palabra. Como ejemplo, digamos que un día lee Mateo 6:12:

“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores”. 

Más adelante, alguien dice algo que le ofende. Usted se siente molesto e incluso resentido hacia ellos. Entonces, aparentemente de la nada, esas palabras de Mateo 6:12 surgen en su corazón y lo redarguyen acerca de sus resentimientos.

Su Palabra hace que se dé cuenta de nuevo de cómo el Señor lo ha perdonado tantas veces por tantos pecados, y que usted debe perdonar a esta persona. Éste fue el hablar vivo y al instante del Señor en su situación. Por la gracia del Señor, usted se vuelve a Él y ora: “Oh Señor, perdóname por estar enojado. Yo también perdono”.

Este tipo de experiencia en realidad no viene “de la nada”. Surge de nuestra lectura de la Biblia. El hablar personal del Señor a nosotros siempre corresponde a las palabras escritas de la Biblia. Así que leer la Biblia consistentemente permite que Él nos hable de una manera regular. Cuanto más la leemos, más Él puede hablarnos personalmente.

5. La Biblia es la fuente de nuestra fe

Estamos acostumbrados a vivir en la esfera material y visible; a veces podemos dudar de las cosas invisibles de la esfera espiritual. Incluso podemos dudar de que Dios exista.

Cuando experimentemos dudas en nuestra vida cristiana, ¿deberíamos esforzarnos más por creer? ¿Deberíamos emplear el pensamiento positivo? Nada de eso ayuda. Siempre que nos desanimen las dudas, no necesitamos desesperarnos. Leer la Biblia fortalece nuestra fe.

Romanos 10:17 dice:

 “Así que la fe proviene del oír, y el oír, por medio de la palabra de Cristo”.

Fe y la palabra de Cristo van juntas. Si no oímos la palabra de Cristo, simplemente no podemos tener fe. Definitivamente esto era cierto antes de que fuéramos salvos. Necesitábamos que alguien nos hablara el evangelio de la salvación de Cristo. Al oírles hablar de Jesús, creímos espontáneamente en Él.

Tener fe al escuchar la palabra de Cristo continúa siendo verdad a lo largo de nuestra vida cristiana. Cuando escuchamos la palabra de Cristo al leer la Biblia, la fe es impartida en nosotros. Cuanto más leemos, más creemos.

6. La Biblia nos santifica

En 1 Juan 2:15 se nos ordena:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. 

La tierra fue creada por Dios, pero el mundo al que se hace referencia en este versículo fue concebido por el enemigo de Dios, Satanás. El mundo es un sistema elaborado diseñado para atraer, usurpar y mantener a la humanidad alejada de Dios. El diablo ha utilizado todos los aspectos de la vida humana para desarrollar este sistema. Tiene una miríada de departamentos con algo para todos. Así que, ¿cómo podemos escapar de amar al mundo? ¿Cómo podemos separarnos de él?

Para ser separados del mundo, necesitamos ser santificados.

En Juan 17:17, el Señor Jesús oró al Padre:

Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad”. 

Leamos la nota 1 en la Versión Recobro para entender el significado de santifícalos:

 “Ser santificado (Ef. 5:26; 1 Ts. 5:23) significa ser separado del mundo y de su usurpación, y apartado para Dios y Su propósito, no solamente en cuanto a posición (Mt. 23:17, 19), sino también en cuanto a nuestro modo de ser (Ro. 6:19, 22). La palabra viva de Dios opera en los creyentes para separarlos de todo lo mundano. En esto consiste ser santificado en la palabra de Dios, la cual es la verdad, la realidad”. 

Este versículo nos dice que la verdad, la Palabra de Dios, puede santificarnos, es decir, separarnos de este mundo. Cuanto más leamos y asimilemos la Palabra de Dios, más seremos santificados. En lugar de luchar por nuestra cuenta para no amar al mundo, necesitamos leer y absorber la Biblia, la Palabra de Dios. Su Palabra puede hacer la obra santificadora en nosotros y para nosotros.

7. La Biblia nos equipa para derrotar al diablo

Leer la Palabra también nos equipa para derrotar los ataques y tentaciones del diablo.

Mateo 4 nos dice que después de que el Señor Jesús fue bautizado, fue al desierto y ayunó allí durante cuarenta días. Entonces el diablo vino a Él y lo tentó tres veces. Pero cada vez el Señor, que había estado viviendo de la Palabra de Dios como Su alimento, derrotó a Satanás y derrocó sus proposiciones diabólicas citándole las Escrituras.

El diablo también viene a nosotros para tentarnos, desanimarnos y proponernos ciertas cosas. Cuanto más leamos la Biblia y tengamos la Palabra de Dios almacenada en nuestro ser, más tendremos algo que hablar al diablo para derrotarlo y escapar de la tentación.

Por ejemplo, digamos que sus colegas o compañeros de clase lo invitan a unirse a ellos en una actividad pecaminosa. Usted sabe que es algo que el Señor desaprueba, pero sus palabras persuasivas le dan al diablo una manera de tentarle.

Al considerar qué hacer, recuerda las palabras que leyó en 2 Timoteo 2:22:

“Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor”. 

Esta palabra le deja claro que esta invitación es la tentación del diablo, y también lo fortalece para resistir. Siendo fortificado por la Palabra de Dios, usted rechaza su invitación.

Leer la Biblia nos beneficia de maneras incalculables. De lo que hemos hablado en esta entrada, es fácil ver que tomarse el tiempo para leer la Biblia diariamente vale más que la pena. ¿Qué otro libro puede alimentarnos, iluminarnos, regarnos, transmitirnos el hablar de Dios, fortalecer nuestra fe, santificarnos y derrotar al diablo? ¡Leer la Palabra de Dios hace mucho por nosotros! Si vive en los Estados Unidos, puede pedir una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro aquí.