¿Qué significan la sangre y el agua que salieron del costado traspasado de Jesús?

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En el Nuevo Testamento, cada uno de los cuatro Evangelios relata la crucifixión de Jesús. Pero Juan 19 registra detalles que no aparecen en los otros tres relatos. Este capítulo nos dice que los soldados romanos quebraron las piernas de los ladrones que estaban siendo crucificados junto a Jesús para acelerar sus muertes. Luego Juan 19:33-34 dice:

“Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua”. 

¿Por qué es el Evangelio de Juan el único en registrar estos detalles del costado traspasado de Jesús y la sangre y el agua que fluyeron? ¿Acaso hay algún significado especial?

El tema del Evangelio de Juan

Para responder a esta pregunta, primero necesitamos ver el tema del Evangelio de Juan.

El Nuevo Testamento Versión Recobro provee el tema de todos los libros. Esto incluye los cuatro Evangelios, cada uno de los cuales presenta un aspecto diferente del Señor Jesús:

  • Mateo: El evangelio del reino: prueba que Jesucristo es el Salvador-Rey
  • Marcos: El evangelio de Dios: prueba que Jesucristo es el Salvador-Esclavo 
  • Lucas: El evangelio del perdón de pecados: prueba que Jesucristo es el Salvador-Hombre
  • Juan: El evangelio de vida: prueba que Jesucristo es Dios el Salvador venido como vida para propagarse 

El énfasis del evangelio de Juan es la vida. Cuando consideramos los detalles en el relato de Juan de la crucifixión del Señor, tenemos que tener en cuenta ese énfasis.

Figuras en Juan

Las realidades espirituales son profundas y difíciles de entender. Así que Juan incluye señales, o figuras, en su Evangelio, como el Cordero de Dios, el agua viva y la vid para comunicarnos profundas realidades espirituales. Estas figuras nos impresionan de una manera que las palabras por sí solas no pueden.

Esto también es cierto de la sangre y el agua que salieron del costado de Jesús.

La figura de la sangre y el agua  

Entonces, ¿qué realidad espiritual revelan la sangre y el agua del costado traspasado del Señor?

La nota 1 sobre sangre y agua en Juan 19:34 en el Nuevo Testamento Versión Recobro  nos da gran entendimiento. Veamos algunas partes de esta nota larga.

La primera sección dice:

“Dos sustancias salieron del costado traspasado del Señor: sangre y agua. La sangre efectúa la redención y así quita los pecados (1:29; He. 9:22) para comprar la iglesia (Hch. 20:28). El agua imparte vida y así acaba con la muerte (12:24; 3:14-15) para producir la iglesia (Ef. 5:29-30). La muerte del Señor, por un lado, quita nuestros pecados, y por otro, nos imparte vida. Por lo tanto, tiene dos aspectos: el aspecto redentor y el aspecto de impartir vida. La redención tiene como fin impartir vida. Lo narrado en los otros tres Evangelios muestra solamente el aspecto redentor de la muerte del Señor; lo narrado en Juan muestra no sólo el aspecto redentor, sino también el de impartir vida”. 

Todo ser humano necesita tanto la redención —representada por la sangre— como la vida —representada por el agua— porque ante Dios, no sólo somos pecadores sino que también estamos muertos.

Necesitamos el perdón de nuestros pecados, y también necesitamos la vida divina de Dios. A través de la muerte de Jesús en la cruz, podemos tener ambas cosas.

Debido a que Jesús derramó Su sangre por nosotros, podemos ser perdonados de todos nuestros pecados. Nunca podremos alabarle y agradecerle lo suficiente por el aspecto redentor de Su muerte. Pero Su redención fue con el propósito de impartir Su vida divina en nosotros.

La muerte de Jesús también liberó la vida divina 

Leamos otra sección de la misma nota:

“Pero el agua que fluyó y los huesos que no fueron quebrados, como lo menciona Juan en los vs. 34 y 36, son señales que se relacionan con la muerte del Señor en su aspecto de impartir vida (véase la nota 261). La muerte que imparte vida liberó la vida divina del Señor desde Su interior, para que se produjera la iglesia, la cual se compone de todos Sus creyentes, en quienes se ha impartido la vida divina”. 

Centrémonos primero en esta oración de la nota: La muerte que imparte vida liberó la vida divina del Señor desde Su interior

Para entender lo que esto significa, leamos lo que Jesús dijo en Juan 12:24:

“De cierto, de cierto os digo, qué si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto”. 

En este versículo, Jesús se comparó a Sí mismo con un grano de trigo que caería en la tierra y moriría. Un grano de trigo es una semilla. Dentro de la cáscara de una semilla hay una fuerza vital, un elemento de vida. Pero mientras la semilla permanezca entera, la vida dentro de ella está confinada a esa única semilla. Debe caer en la tierra y “morir” para que su cáscara pueda abrirse. Así es como se libera la vida en la semilla para que pueda dar fruto para su propagación, o aumento.

De la misma manera, el Hijo divino de Dios se hizo hombre de carne y sangre llamado Jesús. Jesús era a la vez divino y humano, pero Su vida divina estaba confinada dentro de la “cáscara” de su humanidad.

Según Su intención original para la humanidad, Dios desea que recibamos Su vida. Para que esto sucediera, la vida divina en Jesús tenía que ser liberada desde dentro de la cáscara de Su humanidad, lo cual ocurrió cuando Jesús murió en la cruz. ¡A través de Su muerte, la vida divina fue liberada!

Ahora esa vida divina puede ser impartida a todos los que creen en Jesús. Cuando somos salvos, nosotros, quienes éramos pecadores muertos, experimentamos la sangre y el agua: somos limpiados de nuestros pecados y recibimos la vida divina.

Como la nota también señala, esta vida que se es impartida en nosotros es para producir la iglesia. La iglesia es una entidad de vida. Está compuesta por todos los creyentes en Cristo en quienes la vida divina ha sido impartida.

Dos fuentes

Ahora leamos la última sección de la nota:

“El costado abierto del Señor fue tipificado por el costado abierto de Adán, del cual Eva fue producida (Gn. 2:21-23). La sangre fue tipificada por la sangre del cordero pascual (Éx. 12:7, 22; Ap. 12:11), y el agua fue tipificada por el agua que fluyó de la roca golpeada (Éx. 17:6; 1 Co. 10:4). La sangre formó una fuente para la purificación del pecado (Zac. 13:1), y el agua llegó a ser la fuente de vida (Sal. 36:9; Ap. 21:6)”. 

La muerte de Jesús abrió dos fuentes para satisfacer todas nuestras necesidades: una fuente para la purificación de nuestros pecados y una fuente de vida.

Zacarías 13:1 dice:

“En aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, por el pecado y por la impureza”. 

Y Salmos 36:9 dice: 

 “Porque contigo está la fuente de la vida; en Tu luz vemos la luz”. 

Podemos ser purificados en la fuente por el pecado al confesar cualquier pecado que cometamos. Y podemos recibir la vida divina al venir continuamente al Señor como la fuente de vida para beber de Él. Siempre podremos disfrutar de la provisión de estas dos fuentes.

¡Alabado sea el Señor por Su muerte redentora que imparte vida, por la sangre y el agua!

Sólo pudimos hablar brevemente aquí acerca del significado profundo de la sangre y el agua que salieron del costado traspasado del Señor. Y la nota que vimos hoy incluye otra sección sobre el aspecto redentor de la muerte del Señor.

Le recomendamos encarecidamente que pida una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro si vive en los Estados Unidos. Usted puede leer la nota completa con sus versículos de referencia para obtener un entendimiento más profundo de esta maravillosa señal.