Aprender a gustar a Dios en Su Palabra

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Biblia abierta sobre una mesa

Cuando se trata de la Biblia, todos los cristianos estaríamos de acuerdo en que es muy importante leerla con regularidad.

Pero si nuestra lectura de la Biblia se ha convertido en una tarea tediosa, puede ser porque no sabemos que podemos gustar y disfrutar a Dios en la Biblia.

A lo largo de la historia, el pueblo de Dios ha experimentado disfrutar de Él en Su Palabra. Cuando aprendemos a gustar a Dios en Su Palabra, el tiempo que pasamos con la Biblia no es un deber; es un deleite.

En esta entrada, exploraremos cómo podemos gustar a Dios y disfrutarlo en Su Palabra.

Comer es disfrutable

Todos sabemos que tenemos que comer para vivir. Pero esto no significa que simplemente lo soportamos como una tarea que tenemos que hacer; la mayoría de nosotros anhelamos comer. Cuando comemos, no sólo masticamos y tragamos la comida, sino que también la saboreamos. Es por eso que comer puede ser tan disfrutable.

La Biblia no es como cualquier otro libro; en realidad es nuestro alimento espiritual. Al igual que la comida física, necesitamos ingerirla todos los días. Y podemos anhelar tener nuestro tiempo en la Palabra como una oportunidad para disfrutar a Dios y gustar de Él.

Dios tiene un sabor dulce y bueno 

¿A qué se asemeja disfrutar de Dios en Su Palabra?

El escritor del Salmo 119 dice en el versículo 103:

“¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras! ¡Más dulce que la miel  a mi boca!”.

Este salmista y otros en el Antiguo Testamento experimentaron un sabor dulce en sus corazones cuando leían la Palabra de Dios. Seguramente descubrieron y experimentaron cuán disfrutable es la Palabra de Dios.

Pero no son sólo las palabras de la Biblia las que saben bien. Es Dios mismo en Su Palabra lo que gustamos.

Vemos esto en 1 Pedro 2:2-3, donde la Palabra y el Señor van juntos:

“Desead, como niños recién nacidos, la leche de la palabra dada sin engaño, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado lo bueno que es el Señor”. 

Tomamos la leche de la palabra dada sin engaño, y en esa leche, gustamos lo bueno que es el Señor. 

La nota 1 sobre gustado en el Nuevo Testamento Versión Recobro explica:

El Señor puede ser saboreado, y Él tiene un sabor agradable y bueno. Si le saboreamos, anhelaremos la leche nutritiva de Su palabra”. 

El sabor del Señor en Su Palabra es agradable y bueno. Una vez que lo hayamos  saboreado, hace que anhelemos saborear aún más de Él.

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¿Cómo podemos gustar a Dios en Su Palabra?

En 2 Timoteo 3:16 se nos dice:

“Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios”. 

Las palabras de la Escritura son el aliento mismo de Dios, que emana de Su exhalación. Como salen del mismo ser de Dios, llevan el sabor de Dios.

Necesitamos tener en mente este hecho crucial cuando acudimos a la Biblia, acercándonos a ella de la manera correcta para que podamos disfrutar y saborear a Dios en ella. De lo contrario, podemos perderlo por completo.

Venimos a un banquete para disfrutarlo 

Digamos que un amigo suyo lo invita a asistir al banquete de su boda. Cuando usted llega, ve un banquete maravilloso con una gran cantidad de platillos atractivos. Pero en lugar de comerlos, los estudia. En vez de probar y saborear la rica comida, aprende la mayor cantidad de información posible sobre ella. Averigua los ingredientes, las cantidades de calorías, el valor nutricional, el método de preparación, etc.

Pero nunca toma un bocado.

Más tarde, cuando otro amigo le pregunta sobre la cena, usted relata toda la información que reunió sobre la comida. Pero si su amigo pregunta: “Sí, pero ¿cómo sabía? ¿Era buena?” usted no puede responder porque no probó nada.

El problema no fue la comida. Todos los demás invitados que comieron la comida encontraron todo delicioso. El problema fue su enfoque e intención cuando fue a la cena.

Este ejemplo puede parecer un poco ridículo, y el problema es obvio. Pero ilustra cómo es posible que no gustemos a Dios debido a nuestro enfoque e intención cuando acudimos a la Biblia.

Perder la comida en la Palabra de Dios

Quizás en el pasado nos hemos acercado a la Biblia como si fuera un libro de texto para analizar y aprender la mayor cantidad de información posible acerca de Dios. Puede que hayamos adquirido algún conocimiento objetivo acerca de Él, pero probablemente no probamos mucho de la bondad o la dulzura del Señor.

O tal vez nos hemos acercado a la Biblia como un manual o una guía sobre cómo deberíamos vivir. Buscamos en ella las “reglas” que debemos obedecer y las cosas buenas que deberíamos hacer. Pero si acudimos a la Biblia con la intención de aprender a comportarnos o mejorarnos, perdemos la comida en la Palabra de Dios.

Definitivamente debemos dedicar tiempo a estudiar, entender y conocer la Biblia. Pero no podemos detenernos ahí. Si nos enfocamos simplemente en conocer al Señor de una manera objetiva, nos perderemos de experimentarlo subjetivamente al saborearlo en Su Palabra.

Y realmente, la manera en que somos verdaderamente cambiados desde adentro e incluso espontáneamente transformados a la imagen de Cristo es al comer y disfrutar a Dios en Su Palabra.

Acudir a la Biblia para comer

Dios es inescrutablemente rico en quién Él es. Él es amor, luz, santidad, justicia, paz, perseverancia, fidelidad y mucho más. Y Él quiere que disfrutemos todo lo que Él es. La Biblia nos da una manera para gustar y experimentar a Dios como un rico banquete.

Pero para saborearlo y disfrutarlo, es fundamental que sepamos cómo comer la Palabra de Dios como nuestro alimento espiritual. Hablamos de esto en otra entrada, Cómo comer la Palabra de Dios. Con una alimentación adecuada viene la degustación. Mientras comemos las palabras de la Biblia, disfrutaremos del sabor agradable y bueno de Dios.

Entonces las palabras de Jeremías 15:16 serán nuestro testimonio:

“Fueron halladas Tus palabras, y yo las comí; y Tu palabra me fue por alegría y por gozo de mi corazón”.

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