Permitir que la Palabra de Dios more ricamente en usted: el modelo de Esteban

En Hechos 6, los apóstoles buscaron a siete varones de buen testimonio para servir en la impartición diaria del material para suministrar a los creyentes en necesidad. Entre los siete que designaron había un hombre que se llamaba Esteban quien, según la Biblia, era un varón lleno de fe, del Espíritu Santo, de gracia y de poder, y quien hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo.

Los versículos 9 y 10 nos dicen que algunos judíos de la sinagoga y varios otros contendían con Esteban pero “no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba”. Al ser frustrados por esto, instigaron a algunos para que acusaran a Esteban de haber blasfemado en contra de Moisés y de Dios. Ellos alteraron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, quienes fueron a buscar a Esteban, le arrebataron y le trajeron al sanedrín, la corte judía. Allí presentaron más testigos falsos que acusaron a Esteban falsamente de haber dicho ciertas cosas.

Comparece en juicio

En Hechos 7, versículo 1, el sumo sacerdote le hizo la siguiente pregunta a Esteban: “¿Es esto así?”

La respuesta de Esteban (Hch. 7: 2-53) es uno de los resúmenes más breves del Antiguo Testamento que se ha registrado en toda la Biblia. Relata la historia completa de los israelitas, desde el llamamiento de Abraham hasta la edificación del templo. Por medio de esto, Esteban claramente desmiente la acusación falsa de haber blasfemado. Audazmente, Esteban termina diciendo que sus padres habían perseguido a los profetas y mataron a los que anunciaron la venida del Justo, el Cristo. Luego, añade que ellos mismos ahora se convertían en traidores y matadores de este Cristo.

Las palabras fieles y verdaderas de Esteban los enfureció de modo que arremetieron a una contra Él y lo echaron fuera de la ciudad. Allí lo apedrearon mientras invocaba el nombre del Señor. Las últimas palabras que Esteban pronunció fueron un eco de las palabras que nuestro Señor dijo en la cruz: “¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!” y “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”.

¿Cómo puede ser que después de que lo apedreaban a muerte injustamente, Esteban podía decir tales cosas? ¿Y cómo podía narrar de manera tan poderosa y elocuente la historia de Israel mientras lo acusaban falsamente y comparecía en juicio por su vida? ¿Cómo podía Esteban testificar acerca del Señor de manera tan maravillosa?

Permitir que la Palabra de Dios more ricamente en nosotros

Lucas 12:11-12 dice:

“Cuando os traigan ante las sinagogas, los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora lo que se debe decir”.

Ciertamente, Esteban experimentó esta promesa dada por el Señor mientras le contestaba al sumo sacerdote su pregunta. Sin embargo, ¿acaso había algo más? La respuesta de Esteban, ¿fue acaso simplemente el producto de una obra milagrosa y momentánea del Espíritu Santo? ¿O acaso hubo algo en Esteban que permitió que el Espíritu obrara de esta manera?

Aún antes de que compareciera en juicio, Esteban habló con sabiduría y con el Espíritu. Además con la exposición que Esteban dió del Antiguo Testamento en el capítulo 7, podemos ver que Esteban estaba muy familiarizado con las Escrituras. Ciertamente, Esteban es un buen modelo de alguien que vivió las palabras del apóstol Pablo en Colosenses 3:16:

“La palabra de Cristo more ricamente en vosotros en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos unos a otros con salmos e himnos y cánticos espirituales, cantando con gracia en vuestros corazones a Dios”.

Esteban no era un creyente vacío. Él estaba completamente lleno con la Palabra de Dios, de modo que tenía un depósito en su ser de donde el Espíritu Santo podía echar mano para guiarlo a hablar.

Muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de querer hablar de parte del Señor Jesús, pero no pudimos encontrar qué palabras decir. ¿Por qué sucede esto? ¿Acaso el Espíritu Santo no desea ayudarnos en esta ocasión? En realidad, cuando acumulamos un depósito en nosotros de la Palabra del Señor, le damos al Espíritu una rica reserva de donde Él puede hablar a nosotros y a través de nosotros. Y entre más rico sea el depósito, más rico será Su hablar. Debido a que Esteban estaba lleno ricamente de la Palabra de Dios, él podía hablar de una manera tan profunda y clara.

Estas porciones de las primeras tres notas de pie de página de Colosenses 3:16 en la Versión Recobro lo explican de esta manera:

Nota 1 referente a palabra: “Una vida cristiana normal debe ser una vida llena de la palabra, para que el Espíritu rebose de alabanzas y melodías de loor desde lo profundo de los creyentes”.

Nota 2 referente a more: “Lit., esté en casa, resida, habite. La palabra del Señor debe tener suficiente lugar dentro de nosotros para poder operar y ministrar las riquezas de Cristo a nuestro ser interior”.

Nota 3 referente a ricamente: “Las riquezas de Cristo (Ef. 3:8) están en Su palabra. Esta palabra tan rica debe habitar en nosotros ricamente”.

Permitir que la palabra de Cristo more ricamente en nosotros implica mucho más que memorizar algunos versículos de la Biblia. Para que la palabra more ricamente en nosotros, debemos permitir que la palabra profundice en nuestro ser, nutra nuestro espíritu e impacte nuestra propia alma, mente, emoción y voluntad.

¿Cómo puede la palabra de Cristo morar ricamente en nuestro ser? El elemento más básico es leer la Biblia de forma regular y así forme parte de nosotros y nos familiaricemos con el hablar de Dios en las Escrituras. Sin embargo, si deseamos que la palabra de Cristo more ricamente en nosotros, debemos ir más allá. Para esto es necesario que apartemos un tiempo para absorber la Palabra de Dios como alimento, para comerla, digerirla y asimiliarla en nosotros al orar la Palabra.

Al buscar diariamente al Señor mismo en Su Palabra, hablar Su Palabra y alabarle con Su Palabra, permitimos que la Palabra tenga cada vez más espacio para morar en nuestro ser. Entonces, cuando queremos hablar por el Señor, ¡el Espíritu puede extraer la Palabra rica desde nuestro ser y permitir que la Palabra fluya de nuestro ser!

Nuestro querido hermano Esteban es una verdadera inspiración y modelo para todos nosotros. ¡Que podamos ser aquellos que diariamente oremos la Palabra de Dios, la recibamos en nuestro corazón, le permitamos que haga su hogar ricamente en nuestro ser interior, y como resultado, hablemos la Palabra de Dios a todos los que nos rodean!


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