Jesús el Cordero de Dios

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En Juan 1:29, cuando Juan el Bautista vio a Jesús, declaró enfáticamente:  

“¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”

Este título precioso, Cordero de Dios, está lleno de significado. En esta entrada, veremos versículos y notas en el Nuevo Testamento Versión Recobro que nos ayudarán a entender por qué Jesús es llamado el Cordero de Dios. Ver el significado de este título aumentará nuestro amor por el Señor Jesús y nuestro aprecio por lo que Él hizo por nosotros.

La caída de la humanidad en Génesis 

Para comenzar a comprender el significado profundo de Cordero de Dios, debemos remontarnos a Génesis 2 y 3.

Después de que Dios creó a Adán y Eva, los puso en el huerto del Edén con el árbol de la vida en su centro. Este árbol representa la vida eterna y divina de Dios. Dios quería compartir Su vida con Adán y Eva y ser todo para ellos. Al participar del árbol de la vida, Dios llegaría a ser su vida, y ellos lo expresarían en su vivir. Éste era Su plan para toda la humanidad.

Pero también había otro árbol en el huerto: el árbol del conocimiento del bien y del mal. Este árbol representa a Satanás, el enemigo de Dios, como la fuente de la muerte. Dios les advirtió a Adán y Eva específicamente que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal, diciéndoles que si lo hacían, ciertamente morirían.

Tristemente, sabemos que Satanás engañó a Eva, y ella y Adán desobedecieron a Dios y comieron de ese árbol. Como resultado, fueron envenenados con la naturaleza pecaminosa de Satanás. Y como Adán representaba a toda la humanidad, toda la raza humana fue incluida en esa caída.

Dios es justo y santo; Él debe juzgar el pecado y al pecador. El juicio por el pecado es muerte. Así que Adán y Eva fueron sentenciados a muerte.

Pero Dios no renunció a Su plan para la humanidad. En cambio, vemos en Génesis 3 que Él hizo túnicas de la piel de un animal para cubrir a Adán y Eva. Por supuesto, el animal tenía que ser sacrificado para que esto sucediera. Según la revelación subsiguiente en la Biblia, ese animal probablemente era un cordero.

Ese animal inocente fue sacrificado y murió por Adán y Eva, los culpables. Su sangre fue derramada por ellos para que pudieran vivir.

A partir de ese momento, nadie podía acercarse a Dios sin ofrecerle un animal para que muriera en su lugar. Este principio de un animal sacrificado en nombre del oferente continuó a lo largo de todo el Antiguo Testamento.

El cuadro de la Pascua 

Vemos un ejemplo claro de un cordero muriendo en nombre de la humanidad caída en la historia de la Pascua en Éxodo 12. Después de 400 años de esclavitud, los hijos de Israel por fin estaban a punto de salir de Egipto. Dios les instruyó a Moisés y Aarón hablar a toda la asamblea de Israel, diciéndoles que cada familia debía sacrificar un cordero sin defecto. La sangre de ese cordero debía ser puesta en los postes de la puerta y en el dintel de sus casas para que Dios la viera. En Éxodo 12:12-13, Dios les dijo:

“Pues Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; también ejecutaré juicios contra todos los dioses de Egipto. Yo soy Jehová. Y la sangre os servirá de señal en las casas donde vosotros estéis; y cuando Yo vea la sangre, pasaré por encima de vosotros, y cuando Yo hiera la tierra de Egipto, no vendrá sobre vosotros ninguna plaga para destruiros”. 

Esa noche los hijos de Israel hicieron lo que Dios les instruyó y comieron el cordero sacrificado dentro de sus casas. Dios vio la sangre en el dintel y los postes de la puerta y perdonó la vida de los primogénitos en cada casa.

Puede que pensemos que la Pascua es sólo un ritual del Antiguo Testamento. Pero la Pascua con el cordero como ofrenda es un cuadro vívido de Jesucristo como el verdadero Cordero de Dios. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo declaró en 1 Corintios 5:7:

“Porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue sacrificada”. 

Leamos la primera parte de la nota 2 sobre la palabra Pascua en el Nuevo Testamento Versión Recobro:

“Esto indica que el apóstol consideraba a los creyentes el pueblo escogido de Dios, quienes ya habían tenido su Pascua, tipificada por la que se describe en Éx. 12. En esta Pascua, Cristo no es sólo el Cordero pascual sino toda la Pascua. Para ser nuestra Pascua, Él fue sacrificado en la cruz a fin de que nosotros fuéramos redimidos y reconciliados con Dios. De esta manera, podemos disfrutarle como una fiesta delante de Dios”. 

Así que la Pascua, junto con todos los sacrificios de animales a lo largo del Antiguo Testamento, señalaba al Cristo venidero, quien quitaría el pecado del mundo.

El requisito para el perdón 

Hebreos 9:22 nos dice por qué los sacrificios a Dios son necesarios:

“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay perdón”. 

Sin derramamiento de sangre no hay perdón. Este principio se vio en el Antiguo Testamento con Adán y Eva y con los hijos de Israel. En el Nuevo Testamento, ese mismo principio permanece.

Leamos la nota 1 de este versículo en la Versión Recobro:

“Sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados. Sin perdón de pecados es imposible que los requisitos de la justicia de Dios sean satisfechos para que el pacto sea puesto en vigencia. Pero la sangre de Cristo fue derramada para el perdón de pecados, y el pacto fue establecido con Su sangre (Mt. 26:28)”. 

En el Nuevo Testamento, Cristo es el verdadero sacrificio que derramó Su sangre para cumplir con el justo requisito de Dios sobre nosotros. A través de Su muerte y el derramamiento de Su sangre por nosotros, podemos experimentar el perdón de Dios.

Hebreos 10:9-10 nos dice más acerca de Cristo, nuestro verdadero sacrificio:

“Y [Cristo] diciendo luego: ‘He aquí que vengo para hacer Tu voluntad’; quita lo primero, para establecer lo segundo. Por esa voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”. 

Leamos la nota 1 sobre primero para entender el significado de estos versículos:

“Aquí lo primero se refiere a los sacrificios del primer pacto, el antiguo pacto; lo segundo se refiere al sacrificio del segundo pacto (el nuevo pacto), el cual es Cristo. Conforme a la voluntad de Dios, Cristo vino al mundo para quitar los sacrificios animales del antiguo pacto y establecerse como sacrificio del nuevo pacto”.

¿Cómo fue esto posible?

Jesús, el Cordero de Dios 

El Hijo de Dios eterno y divino se hizo un hombre llamado Jesús. Al vestirse con un cuerpo físico de carne y sangre, Él podía morir por nosotros como el único Cordero de Dios.

En 1 Pedro 2:22-24 podemos ver algunos detalles de Su vida y Su muerte en la cruz:

“El cual [Jesús] no cometió pecado, ni se halló engaño en Su boca; quien cuando le injuriaban, no respondía con injuria; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba todo a Aquel que juzga justamente; quien llevó Él mismo nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero, a fin de que nosotros, habiendo muerto a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”.  

Jesús no cometió ningún pecado y vivió una vida intachable y sencilla en la tierra. Sólo Él estaba calificado para morir por la humanidad caída como Cordero de Dios inmaculado para cumplir con el requisito de la justicia de Dios. Él derramó Su sangre preciosa para quitar el pecado del mundo. El Cordero de Dios inocente murió por nosotros, los pecadores culpables.

Los detalles de la muerte del Señor como el Cordero de Dios también fueron predichos en el Antiguo Testamento en Isaías 53:5-7:

“Mas Él herido fue por causa de nuestras transgresiones, molido por causa de nuestras iniquidades; el castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por Sus llagas fuimos nosotros sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su propio camino, y Jehová hizo que la iniquidad de todos nosotros cayera sobre Él. Fue oprimido y afligido, pero no abrió Su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió Su boca”. 

​​Jesús fue herido por causa de nuestras transgresiones y molido por causa de nuestras iniquidades. Mientras Él estaba siendo crucificado, Él llevó sobre Sí los pecados de toda la humanidad. ¡Qué carga tan pesada fue puesta sobre nuestro querido Salvador!

Mientras Jesús cargaba con los pecados de todo el mundo, Dios lo juzgó como nuestro Sustituto. Así es como Jesús logró una redención perfecta y eterna para nosotros como el Cordero de Dios y nos trajo de regreso a Dios. ¿Cómo podemos dejar de amarlo al considerar lo que Él sufrió por nosotros?

Cuando primero nos arrepentimos y creímos en Jesús, el Cordero de Dios, fuimos salvos del juicio eterno de Dios. Lo recibimos como nuestro Salvador y fuimos perdonados de nuestros pecados. Y a medida que continuamos avanzando en nuestra vida cristiana, siempre deberíamos recordar que es sólo porque el Cordero de Dios derramó Su preciosa sangre por nosotros que podemos acercarnos a Dios y tener comunión con Él. Cada vez que confesamos nuestros pecados a Él, Su sangre nos limpia de toda injusticia.

El Cordero por toda la eternidad 

En el Antiguo Testamento, vemos el cuadro del Cordero de Dios. En el Nuevo Testamento, vemos a Jesús como la realidad de ese cuadro.

Luego, en Apocalipsis, el último libro de la Biblia, todavía vemos a Jesús como Cordero de Dios. Por ejemplo, Apocalipsis 5:12 dice:

“El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la bendición”. 

Y al hablar de la eternidad futura, Apocalipsis 22:1 dice:

“Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle”.

Esto nos muestra que Jesús será para siempre el Cordero de Dios.

La nota 5 en este versículo en la Versión Recobro es una nota maravillosa acerca del trono. La primera parte dice:

Del trono de Dios y del Cordero muestra que hay un solo trono para Dios y para el Cordero, lo cual indica que Dios y el Cordero son uno solo, el Dios-Cordero, el Dios que redime, Dios el Redentor. En la eternidad, el mismo Dios que se sienta en el trono es nuestro Dios redentor, de cuyo trono sale el río de agua de vida para darnos el suministro y satisfacernos”. 

Jesús, nuestro Redentor, es el Cordero de Dios por toda la eternidad. El Cordero está en el trono, y nosotros los redimidos disfrutaremos del río de agua de vida que sale de ese trono para nuestro suministro y satisfacción eternos. ¡Que nuestros corazones sean llenos de gratitud y alabanza a Él!

Esperamos que esta entrada le haya ayudado a ver más del significado de que Jesús es el Cordero de Dios. Si vive en los Estados Unidos, puede pedir una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro aquí para leer los versículos a los que se hace referencia en esta entrada con sus notas a fin de obtener una apreciación aún más profunda de Jesús como el Cordero de Dios.