¿Cómo nos ayuda a crecer la luz de Dios?
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Los seres humanos necesitamos ciertas cosas para mantener la vida física, como aire, agua y alimentos. También necesitamos la luz del sol. Pasar tiempo bajo la luz del sol aumenta el suministro de vitamina D de nuestro cuerpo, y mejora nuestro estado de ánimo y salud mental. Y las plantas y animales que necesitamos consumir para una dieta sana también dependen de la luz del sol para crecer.
En otras palabras, necesitamos luz para desarrollarnos bien.
Nuestras necesidades físicas pueden ayudar a ilustrar lo que necesitamos para sostener nuestra vida cristiana. Por ejemplo, todos los días necesitamos respirar, beber y comer espiritualmente para crecer en la vida de Dios. Y para un crecimiento normal, también necesitamos la luz de Dios.
Para ver cómo podemos experimentar la luz de Dios, usaremos algunos extractos del excelente libro El conocimiento de la vida, de Witness Lee.
La luz y la vida van juntas
Primero, debemos darnos cuenta de que la luz de Dios y la vida de Dios siempre van juntas. En El conocimiento de la vida, Lee habla de este vínculo vital en la página 221:
“Donde hay luz, hay vida. Este es un gran principio en la Biblia. Salmos 36:9 dice: ‘Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz’. Esto también habla claramente de la relación entre la vida y la luz. La vida siempre sigue la luz, y sólo la luz puede producir la vida”.
Experimentamos la luz de Dios por primera vez cuando fuimos salvos. Cuando escuchamos el evangelio de Jesucristo, la luz de Dios resplandeció sobre nosotros y fuimos convencidos de nuestra condición. El resplandor de esa luz nos hizo arrepentirnos y volvernos a Dios. Creímos en el Jesús resucitado y en todo lo que Él hizo por nosotros, y lo recibimos como nuestro Salvador. Esta luz también produjo la vida en nosotros: fuimos regenerados, o nacidos de nuevo, en nuestro espíritu con la vida divina de Dios.
Pero Dios quiere que sigamos creciendo en Su vida divina hasta que ésta llene cada parte de nuestro ser. Éste es Su propósito para con nosotros. Y para que esto suceda, necesitamos Su luz.
Entonces, ¿cómo experimentamos prácticamente el resplandor de la luz de Dios?
Podemos experimentar la luz en la Palabra de Dios
Salmos 119:105 dice:
“Lámpara es a mis pies Tu palabra y luz a mi senda”.
La luz espiritual genuina es imposible de fabricar. La Palabra de Dios nos trae luz y funciona como una lámpara que ilumina nuestro camino. Pero que recibamos o no luz de la Palabra depende de cómo nos acerquemos a ella. ¿Venimos a la Biblia sólo para obtener doctrinas o enseñanzas sobre cómo vivir una vida buena y moral? ¿O venimos a obtener luz espiritual?
En la porción de El conocimiento de la vida, Lee hace referencia a Juan 6:63, que dice:
“El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”.
Lee explica en las páginas 223-224:
“Puesto que la vida y el espíritu están en nosotros, está claro que las palabras que el Señor menciona aquí deben de también referirse a las palabras habladas en nuestro interior, y no a las letras exteriores de la Biblia. Todas las palabras fuera de nosotros son simple conocimiento; no son luz. Sólo las palabras que entran en nuestro espíritu son las palabras de Dios, vivas y resplandecientes. Si al tomar la Biblia ejercitamos constantemente nuestro espíritu en comunión para leer y abrimos nuestro espíritu para recibir, las palabras de la Biblia serán espíritu y vida para nosotros. Podrán entrar en nuestro espíritu y convertirse en palabras vivas, las cuales traen consigo la luz de vida”.
Así que si ejercitamos y abrimos nuestro espíritu cuando leemos la Biblia, la Palabra de Dios será espíritu y vida dentro de nosotros, trayéndonos la luz de la vida.
Cómo ejercitar nuestro espíritu
Entonces, ¿cómo ejercitamos nuestro espíritu cuando leemos la Biblia?
Una de las mejores maneras de ejercitar nuestro espíritu es orar. Podemos orar mientras leemos la Biblia, usando las palabras que leemos para orar. Estas palabras llegarán a ser espíritu y vida para nosotros.
Por ejemplo, digamos que en su lectura de la Biblia llega a Efesios 5:15-16:
“Mirad, pues, atentamente cómo andéis, no como necios sino como sabios, redimiendo el tiempo, porque los días son malos”.
Usted puede usar estos versículos para ejercitar su espíritu y orar al Señor, tal vez algo como esto:
“Señor, quiero mirar atentamente cómo ando. No quiero ser necio en mi andar, sino sabio. Señor, comprendo que los días son malos. He perdido demasiado tiempo. Señor, me arrepiento. Ayúdame a redimir mi tiempo”.
Mientras recibe la Palabra de Dios al orar sobre ella, el Señor tiene la manera de hablarle. Tal vez Él resplandezca sobre la cantidad de tiempo que usted pasa en las redes sociales. Bajo Su luz, usted se da cuenta del efecto negativo que esto ha tenido y se siente condenado del tiempo que ha perdido.
Usted podría ignorar este resplandor y seguir gastando su tiempo de la misma manera. O usted puede responder a la luz del Señor orando:
“Señor, Tu tienes razón. No quiero perder mi tiempo en tantas cosas. Señor, ayúdame a redimir mi tiempo. Señor, te necesito. Fortaléceme para obedecerte en esto”.
Cuando usted responde al resplandor del Señor con respecto a este asunto, usted recibe más vida, permitiendo que la vida de Dios crezca en usted.
El Señor Jesús es la luz de la vida dentro de nosotros
Además de la Palabra de Dios, también tenemos al Señor mismo viviendo dentro de nosotros para ser nuestra luz. Juan 1:4 dice:
“En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Y Juan 8:12 dice:
“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, jamás andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
En la página 225, Lee habla sobre la luz de la vida y la luz de los hombres mencionadas en estos dos versículos:
“Juan 1:4 nos dice que la vida de Dios está en el Señor Jesús, y que esta vida es la luz de los hombres. Cuando recibimos al Señor Jesús como Salvador, esta vida entra en nosotros y llega a ser nuestra ‘luz de la vida’ (Juan 8:12). Por consiguiente, hablando con propiedad, esta luz no es una luz objetiva que nos ilumina desde afuera, sino una luz subjetiva que nos ilumina desde nuestro interior”.
El Señor en nosotros es nuestra luz de la vida. Él nos hace saber cómo se siente acerca de todo en nuestras vidas. Tenemos una conciencia, un sentir, sobre lo que Él aprueba o desaprueba, lo que lo hace feliz o le desagrada. Ese sentir interior es la luz de la vida que resplandece en nosotros. Y este resplandor es subjetivo, iluminándonos desde nuestro interior.
Un ejemplo práctico
¿Cómo podemos experimentar este resplandor subjetivo de la luz de la vida?
Supongamos que un amigo le envía un mensaje de texto que le molesta. Su primera reacción es responder airadamente. Mientras redacta el mensaje, usted empieza a sentirse incómodo y percibe que algo en su interior le dice: “Deténgase”. Ese sentir es la luz de la vida que lo ilumina. Al ceder a esta iluminación, usted puede decir: “Está bien, Señor, me detendré. ¿Qué quieres escribir? ¿Cómo quieres responder?”. Entonces, usted borra lo que ha escrito y pasa tiempo abriéndose más al Señor. Al hacer esto, se imparte más vida en usted. Entonces escribe una respuesta a su amigo, no en usted mismo sino en Cristo.
La forma en que nos comunicamos probablemente experimentaría un gran cambio si comenzáramos a obedecer el resplandor de la luz de la vida en nosotros. Y lo que es más importante, imagínese cuánto crecería la vida de Dios en nosotros como resultado.
¿Qué deberíamos hacer cuando Dios resplandece sobre nosotros?
Cuando Dios resplandece, ya sea a través de Su Palabra o desde nuestro interior, simplemente deberíamos obedecer. A veces puede ser difícil, pero deberíamos recordar que necesitamos la luz de Dios para crecer.
La alternativa a recibir la luz de Dios es permanecer en tinieblas. Pero si obedecemos el resplandor de la luz de Dios, Su vida tendrá la manera de crecer en nosotros. Como resultado, seremos llenos de gozo y paz y experimentaremos un crecimiento cristiano normal y saludable.
En esta entrada, hemos hecho referencia al capítulo 14 sobre “Luz y vida” de El conocimiento de la vida. Este libro electrónico gratuito está disponible aquí. Le animamos a que lo descargue y lea más sobre cómo conocer y experimentar la vida de Dios.
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