¿Qué es el corazón según la Biblia?
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Pero también sabemos que tenemos un corazón que es diferente del órgano físico que bombea sangre a través de nuestro cuerpo. Consideramos que ese corazón es la fuente de sentimientos tales como el amor, la compasión, la lealtad o la tristeza.
Pero ¿qué dice la Biblia sobre nuestro corazón? En esta entrada, veremos qué es el corazón según la Palabra de Dios y la importancia de nuestro corazón en nuestra relación con el Señor.
¿Qué dice la Biblia acerca de nuestro corazón?
En una entrada anterior hablamos de cómo Dios nos creó con tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Entonces, ¿dónde encaja nuestro corazón?
La Biblia define lo que es nuestro corazón usando muchos versículos, no uno solo. Podría ser fácil pasarlo por alto. Pero si prestamos atención, podemos ver que la Palabra de Dios no dice que nuestro corazón es una cuarta parte de nuestro ser.
En lugar de esto, nos muestra que nuestro corazón está compuesto de los tres componentes de nuestra alma —nuestra mente, parte emotiva y voluntad— más la parte más importante de nuestro espíritu: nuestra conciencia. Echemos un vistazo a algunos versículos claves que revelan esto.
1. Mateo 9:4
“Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?”.
Pensar es una actividad de la mente, pero el Señor Jesús preguntó a los escribas por qué pensaban mal en sus corazones. Esto muestra que nuestra mente es parte de nuestro corazón.
2. Hechos 11:23
“Éste, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen unidos al Señor”.
La frase con propósito indica decidir con firmeza hacer algo, lo cual es un ejercicio de nuestra voluntad. Así que este versículo muestra que nuestra voluntad es parte de nuestro corazón.
3. Juan 16:22
“Así que, también vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo”.
Gozarse está relacionado con nuestra parte emotiva, pero aquí vemos que nuestro corazón se goza. Esto nos muestra que nuestra parte emotiva también es parte de nuestro corazón.
4. Hebreos 10:22
“Acerquémonos al Lugar Santísimo con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia con la aspersión de la sangre, y lavados los cuerpos con agua pura”.
Tener nuestros corazones purificados de mala conciencia indica que nuestra conciencia también es parte de nuestro corazón.
Esto se confirma aún más por la frase “si nuestro corazón nos reprende” en 1 Juan 3:20. Dado que nuestra conciencia es la que nos reprende, o nos condena, cuando hemos hecho algo malo, este versículo también deja muy claro que nuestra conciencia es parte de nuestro corazón.
Lo importante que es nuestro corazón
Los versículos anteriores nos muestran que nuestro corazón hace mucho más de lo que podríamos haber pensado. Además de sentir la amplia gama de emociones humanas, nuestro corazón piensa, decide y percibe el bien del mal.
Ahora veamos dos razones por las cuales la función de nuestro corazón es tan importante.
Amamos con nuestro corazón
Jesús dijo en Marcos 12:30:
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”.
Si no tuviéramos un corazón, no podríamos sentir amor o amar a cambio. Dios nos creó con un corazón para que pudiéramos tener una relación amorosa con Él. Así que, en un sentido muy real, nuestra relación con Dios se centra en nuestro corazón.
Nuestro corazón es la puerta de nuestro ser
Además de ser el centro de nuestra relación con Dios, nuestro corazón es también la puerta de todo nuestro ser.
En el libro La economía de Dios, el autor Witness Lee explica este papel. En la página 79, Lee dice:
“Nuestra relación con el Señor siempre es iniciada y mantenida por medio del corazón. Por supuesto, tener contacto con el Señor es un asunto del espíritu, sin embargo esto debe ser iniciado y mantenido por el corazón, pues nuestro corazón es la puerta de todo nuestro ser”.
Que nuestro corazón sea la puerta de todo nuestro ser significa que lo que permitimos entrar y salir está determinado por nuestro corazón. Por ejemplo, podemos cerrar nuestro corazón a ciertas personas y abrirlo a otras.
Continuando en la página 79, Lee dice:
“En otras palabras, el corazón llega a ser tanto la entrada como la salida de nuestro ser. Todo lo que entre en nosotros debe entrar por nuestro corazón. Todo lo que salga de nuestros debe salir por el corazón”.
Cuando consideramos nuestra experiencia de salvación, este punto se vuelve claro. Al escuchar cómo el Señor Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, fuimos convencidos de nuestra pecaminosidad; al mismo tiempo, comenzamos a apreciar a Jesús y lo que hizo por nosotros. Sentimos la profundidad y la dulzura de Su amor por nosotros. Así que abrimos las puertas de nuestro corazón para creer en Él y aceptarlo a Él como nuestro Salvador. En ese momento, lo recibimos en nuestro espíritu y nacimos de nuevo con Su vida divina. Pero fue nuestro corazón el que primero fue tocado y se abrió para dejarlo entrar.
Nuestro corazón y nuestra relación con el Señor
¡Fuimos creados por Dios de una manera tan maravillosa! Tenemos un espíritu para contactarlo, recibirlo y contenerlo como vida, y un corazón para amarlo. Él quiere ser nuestra vida y quiere que lo amemos con todo nuestro corazón.
Como leímos en el primer extracto citado anteriormente, nuestra relación con el Señor comenzó por nuestro corazón. También es mantenida por nuestro corazón. Es por esto que la condición de nuestro corazón es tan importante.
En cualquier relación, cuando surge un problema, debemos abordarlo. No debemos pensar que el problema desaparecerá por sí solo. Quizás tengamos cierta actitud hacia la otra persona, o ciertos pensamientos negativos acerca de ella. Tal vez hayamos dicho o hecho algo que lastimó a la otra persona, pero no estamos dispuestos a reparar el daño. No resolver estas cosas sólo puede resultar en dañar la relación.
De la misma manera, a fin de que estemos en armonía con el Señor y disfrutemos de una relación amorosa con Él, debemos abordar cualquier problema que surja entre nosotros y el Señor. Tales problemas siempre están de nuestro lado e involucran nuestro corazón.
De hecho, muchas dificultades en nuestra vida cristiana que nos impiden progresar son realmente problemas en nuestro corazón, es decir, en nuestra mente, parte emotiva, voluntad o conciencia.
Por ejemplo, podríamos tener un problema en nuestro corazón porque nuestros pensamientos sobre cierto asunto no coinciden con los pensamientos del Señor. O quizás los sentimientos que tenemos hacia alguien no corresponden con los sentimientos del Señor. Quizás insistimos en seguir nuestro propio camino porque nuestra voluntad obstinada está endurecida. O podríamos tener un problema en nuestra conciencia porque no hemos tomado medidas con respecto a cosas que han ofendido y desagradado al Señor. Con nuestro corazón en tal estado, ¿cómo puede nuestra relación con el Señor ser dulce y armoniosa?
Ahora podemos ver lo importante que es estar conscientes de la condición de nuestro corazón para mantener nuestra relación amorosa y cálida con el Señor. Cuando surge un problema entre nosotros y el Señor, simplemente podemos volver nuestro corazón a Él y orar: “Señor Jesús, abro mi corazón a Ti. No quiero que nada se interponga entre Tú y yo. Te amo, Señor”.
En esta entrada hemos hablado brevemente sobre qué es el corazón según la Biblia. Para aprender cómo abordar la condición de nuestro corazón, le animamos a leer los capítulos 6 al 8 de La economía de Dios por Witness Lee. Puede descargar este libro tremendamente útil desde cualquier parte del mundo aquí.
Y si vive en los Estados Unidos, usted puede leer los versículos mencionados en esta entrada junto con sus notas esclarecedoras en el Nuevo Testamento Versión Recobro al pedir una copia gratuita aquí.
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