Cuatro versículos claves acerca de la sangre de Jesucristo
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Pídala ahoraLa Biblia nos dice que nosotros los creyentes tenemos un remedio excelente que es más que capaz de lidiar con los pecados que cometemos: la sangre de Jesucristo.
Cuando primero creímos en Jesús como nuestro Salvador, Dios nos perdonó y nos lavó de nuestros pecados. Esto se debe a que la sangre que Cristo derramó en la cruz satisfizo todas las justas demandas de Dios que estaban sobre nosotros.
Y lo mismo es cierto después de que somos salvos. Somos perdonados de nuestros pecados no por cualquier cosa que podamos hacer, sino por causa de la preciosa sangre de Jesús.
Pero ¿alguna vez se ha preguntado si realmente fue perdonado después de haber pecado? ¿Se ha sentido preocupado por el temor de que la mancha de su pecado estaría con usted para siempre?
Para abordar este problema, necesitamos ver la eficacia poderosa de la sangre de Cristo para lidiar con nuestros pecados. Para esto, necesitamos conocer la verdad de la Palabra de Dios con respecto a este asunto. Entonces pondremos nuestra fe completa en la sangre de Jesús.
La sangre de Cristo es verdaderamente preciosa, y la Biblia revela muchos aspectos maravillosos de lo que hace por nosotros. En esta entrada, nos centraremos en sólo cuatro de estos aspectos mirando versículos y notas de la Versión Recobro. Esto fortalecerá nuestra fe en la sangre de Jesús y su eficacia para toda nuestra vida cristiana.
1. La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado
Para que podamos experimentar el perdón y la limpieza de Dios cuando hemos pecado, necesitamos confesar nuestros pecados a Dios. Confesar significa que admitimos lo que hemos hecho y estamos de acuerdo con Dios en que es pecado. Éste es un requisito indispensable.
En 1 Juan 1:9 se nos dice:
“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia”.
Cuando nuestra conciencia nos alerta de que hemos hecho algo mal, simplemente podemos decir algo como: “Sí, Señor, he pecado de esa manera. Perdóname”. Y cuando confesamos, el resultado es que somos perdonados y limpiados.
¿Qué nos limpia?
En 1 Juan 1:7 se nos dice:
“La sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado”.
Así que cuando confesamos nuestros pecados a Dios, somos perdonados de nuestros pecados y limpiados de ellos por la sangre de Jesús. ¡Éste es un hecho maravilloso!
2. La sangre de Cristo purifica nuestra conciencia
Ninguno de nosotros puede pasar el día sin ensuciarse las manos. De manera similar, ninguno de nosotros puede vivir un solo día sin cometer un pecado, ya sea grande o pequeño. Así como debemos lavarnos las manos cuando están sucias, deberíamos confesar nuestros pecados cada vez que nuestra conciencia nos diga que hemos ofendido a Dios.
Hebreos 10:22 dice:
“Acerquémonos al Lugar Santísimo con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia con la aspersión de la sangre, y lavados los cuerpos con agua pura”.
Cuando pecamos, nuestra conciencia está agobiada por la culpa, lo que afecta negativamente nuestra fe. Simplemente no tenemos la certidumbre de que podemos acercarnos a Dios; podríamos pensar que no tenemos derecho a hacerlo.
Pero este versículo nos dice que podemos acercarnos al Lugar Santísimo, es decir, a Dios, en plena certidumbre de fe cuando nuestros corazones son purificados de mala conciencia con la aspersión de la sangre.
Hebreos 9:14 clarifica que es la sangre de Cristo la que nos purifica:
“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para que sirvamos al Dios vivo?”.
La Palabra de Dios nos asegura que la sangre pura y sin pecado que Cristo derramó en la cruz purifica nuestro corazón de una mala conciencia con la aspersión de la sangre y además purifica nuestra conciencia.
¡Así que confesamos nuestros pecados, y la sangre de Cristo purifica completamente nuestra conciencia de cualquier culpa o mancha! Este hecho maravilloso debería darnos la plena certidumbre de fe para acercarnos a Dios.
3. La sangre de Cristo habla por nosotros
La sangre de Jesús es poderosa y eficaz para limpiarnos de nuestros pecados cuando confesamos. ¿Sabía usted que la sangre de Cristo incluso habla a Dios por nosotros? Éste es el hablar que Dios escucha y al que presta atención.
Hebreos 12:24 dice:
“Y a Jesús, el Mediador del nuevo pacto; y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.
En Génesis 4, Caín mató a su hermano Abel. Dios entonces le dijo a Caín: “La voz de la sangre de tu hermano clama a Mí desde la tierra”. Hebreos 12:24 nos dice que hoy la sangre de Jesús habla algo mejor que la sangre de Abel.
¿Qué le dice la sangre de Cristo a Dios? Leamos la primera parte de la nota 3 sobre este versículo en la Versión Recobro:
“La sangre de Cristo no solamente redime, santifica y purifica, sino que también habla. Es la sangre que habla, y habla mejor que la de Abel. La sangre de Abel habla a Dios acusando y pidiendo venganza (Gn. 4:10-15), mientras que la sangre de Cristo habla a Dios pidiendo perdón, justificación, reconciliación y redención”.
Nada de lo que hablemos puede justificarnos ante Dios. Pero la sangre de Cristo habla poderosamente a Dios de perdón, justificación, reconciliación y redención por nosotros, ocupándose de nuestros problemas ante Dios.
Y eso no es todo. La sangre de Cristo habla aún más. Leamos la segunda parte de la nota:
“Además, esta sangre preciosa habla a Dios en nuestro favor, diciendo que por medio de la sangre (como lo revela este libro [Hebreos]), el nuevo pacto, el cual es eterno, ha sido establecido, y que en este nuevo pacto Dios debe darse a Sí mismo y todas Sus bendiciones a los que creen en Cristo, quienes reciben este pacto por fe”.
Un pacto es algo vinculante. La sangre del Señor habla a Dios que Él debe darse a Sí mismo y todas Sus bendiciones a nosotros, no porque seamos dignos, sino porque Jesús promulgó el nuevo pacto mediante el derramamiento de Su sangre.
Justo antes de que Jesús fuera a la cruz a morir, le dijo a los discípulos en Mateo 26:28: “Porque esto es Mi sangre del pacto, que por muchos es derramada para perdón de pecados”.
La nota 2 sobre pacto en este versículo explica:
“Algunos mss. añaden: nuevo. La sangre del Señor, habiendo satisfecho la justicia de Dios, estableció el nuevo pacto. En este nuevo pacto Dios nos da perdón, vida, salvación y todas las bendiciones espirituales, celestiales y divinas. Cuando este nuevo pacto nos es dado, es una copa (Lc. 22:20), una porción para nosotros. El Señor derramó Su sangre, Dios estableció el pacto y nosotros disfrutamos la copa, en la cual Dios y todo lo Suyo son nuestra porción. La sangre es el precio que Cristo pagó por nosotros, el pacto es el título de propiedad que Dios nos transmitió, y la copa es la porción que recibimos de Dios”.
Hoy la sangre de Cristo también habla de que el nuevo pacto ha sido promulgado. La justicia de Dios ha sido completamente satisfecha por la sangre de Jesús, y nosotros somos los beneficiarios. Debido a esto, podemos disfrutar de Dios y el perdón, la vida, la salvación, el amor, la paz, la gracia y todas las demás bendiciones espirituales en el nuevo pacto.
¡La sangre maravillosa de Cristo hace tanto por nosotros! Seguramente podemos y deberíamos descansar en este hecho visto en la Biblia.
4. La sangre de Jesucristo nos libera
Tal vez después de haber confesado nuestros pecados, todavía nos sentimos como si estuviéramos atados y subyugados. No nos sentimos libres de ellos.
En lugar de confiar en cómo nos sentimos, deberíamos creer y permanecer firmes en esta palabra clara en Apocalipsis 1:5:
“Y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, y el Soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama, y nos liberó de nuestros pecados con Su sangre”.
Somos liberados de nuestros pecados por la sangre del Señor que Él derramó por nosotros en la cruz. Jesús pagó la pena completa por todos nuestros pecados al morir por nosotros. Cuando confesamos nuestros pecados, debemos darnos cuenta de que ya no estamos retenidos por ellos, porque la sangre de Jesús nos libera.
¡La sangre de Jesús es una sangre liberadora! Podemos declarar este gran hecho que se encuentra en la Palabra de Dios:
“¡Señor Jesús, gracias por liberarme de mis pecados por Tu sangre! ¡Gracias a Tu sangre ya no me retienen!”.
Creer y permanecer en la Palabra de Dios
Cuando confesamos nuestros pecados, deberíamos creer en la Palabra de Dios y poner nuestra confianza en ella, no en nuestros pensamientos o sentimientos poco fiables. Puesto que la sangre que Cristo derramó por nosotros es suficiente para Dios, debería ser suficiente para nosotros.
Dios quiere que vengamos a Él todo el tiempo para disfrutarlo como nuestra vida y todo, y la sangre de Cristo es nuestra manera de hacerlo. Su Palabra es inmutable y confiable y nos dice que la sangre de Cristo nos limpia, purifica nuestra conciencia, habla por nosotros y nos libera. Podemos tener absoluta confianza en ella.
En lugar de estar llenos de temor y duda, permanezcamos en la Palabra de Dios y declaremos los hechos en ella. ¡Esto nos llenará de fe y de gracias al Señor!
En esta entrada, sólo hablamos brevemente de cuatro aspectos maravillosos de lo que la sangre de Jesucristo hace por nosotros. Esperamos que estos versículos y notas le hayan ayudado. Si usted vive en los Estados Unidos, le animamos a pedir una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro aquí para leer todas las notas y referencias paralelas sobre este tema crucial.
Para aprender más sobre la preciosa sangre de Jesús, también puede leer Tres problemas que sólo la sangre de Jesús puede resolver.
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