En el huerto de Edén, Dios perdió aquella parte de Su creación que Él consideraba bueno en gran manera: el hombre. Sin embargo, aunque el hombre cayó bajo las artimañas de Satanás, Dios tomó un paso tremendo y necesario para recuperar lo que le pertenecía justamente, creado para Su propósito desde el principio. Este paso es la redención.
¿Qué es la redención?
Según el Diccionario de la lengua española (DRAE) , ser redimidos es rescatar o recuperar. Por ejemplo, digamos que sin querer estaciona su vehículo en una zona para remolque y cuando regresa más tarde al lugar donde se estacionó, se da cuenta que no está el vehículo. Tiene las llaves y el título de propiedad, pero ha perdido posesión de su vehículo. A fin de recuperarlo, debe llenar los requisitos de pagar el citatorio y las cuotas que la compañía de remolques le cobró.
En este ejemplo, es obvio que usted no adquirió un vehículo con la intención de tener que recuperarlo más tarde de una compañía de remolques. Más bien, usted lo obtuvo para conducirlo, pero cuando lo remolcaron, temporalmente fue privado de usar su vehículo con ese propósito. Para recuperar, o redimir, lo que le pertenece, es necesario pasar por una serie de pasos. ¿Para qué? Para poder usar su vehículo otra vez con la intención que usted tenía al obtenerlo: para conducirlo.
Aunque este escenario es algo imperfecto y un cuadro material de la redención, nos muestra características en el acto de ser redimidos por Dios. Nosotros, como posesión de Dios, creados para Su propósito, estábamos perdidos para Dios cuando caímos en el pecado y en la muerte. Sin embargo, Dios nos recuperó mediante la muerte de Cristo en la cruz. El hecho de que fuimos redimidos por Dios al precio tan elevado de la sangre de Cristo, confirma cuán preciosos y valiosos somos para Él.
La razón por la cual fuimos redimidos
Sería absurdo adquirir un vehículo con la mera intención de recuperarlo más tarde de una compañía de remolque. Aún más absurdo sería si nos tomamos la molestia de redimir el vehículo al pagar todas las cuotas sólo con el fin de dejarlo en el estacionamiento de la compañía de remolque. Para comenzar, esto anularía la razón por la cuál obtuvimos el vehículo, la misma razón por la que el vehículo fue fabricado: para que lo condujeramos.
Asimismo, ciertamente Dios no creó seres humanos solamente para que nos pudiera rescatar después. Y si ese fuese el caso, para comenzar, entonces Dios debía haber tenido un propósito e intención más elevados. Habernos redimido es maravilloso, pero esto nunca fue la meta que Dios tenía al crearnos. Esto era algo necesario para recuperarnos al propósito e intención original de Dios.
No perezca, más tenga vida eterna
La mayoría de nosotros estamos familiarizados con Juan 3:16:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que *en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna”.
Aunque es probable que estemos bien familiarizados con este versículo, veámoslo con más detenimiento. Según este versículo, Dios nos dio a Su Hijo para que aquellos que creyeran en Él no perecieran bajo el juicio eterno, lo cual es nuestra porción debido a la caída. ¡Esto es algo maravilloso! No obstante, el versículo no se detiene aquí. Recordemos nuevamente el ejemplo del vehículo, si nos detuvieramos aquí esto sería como pagar nuestras cuotas pero dejar el vehículo en el estacionamiento. Es necesario que sigamos leyendo.
El versículo continúa al decir que Dios dio a Su Hijo, no solamente para que no pereciéramos, sino también para que nosotros los que creyéramos en Él tuviéramos vida eterna. Esto tiene un mayor significado que ser redimidos.
¿Que significa “mas tenga vida eterna”?
¿Por qué dice versículo “mas tenga vida eterna”? ¿Acaso esto no está implícito en las palabras: “no perezca”? Es importante que entendamos este versículo adecuadamente y la clave para entenderlo es entender lo que para nosotros significa tener vida eterna. Por ejemplo, es muy fácil suponer que la vida “eterna” es lo mismo que la vida “interminable”. Sin embargo, ¿acaso esta definición incluye todo lo que la vida eterna verdaderamente significa?
La nota 3 en “la vida eterna” en 1 Juan 1:2 en la Versión Recobro nos ayuda a ver más a fondo lo que la vida eterna significa:
“Lit., la vida la eterna. Denota la vida espiritual divina, no la vida humana del alma ni la vida física (véase la nota 172 de Ro. 5). La palabra eterna no solamente denota duración, la cual es interminable e infinita, sino también calidad, la cual es absolutamente perfecta y completa, sin falta ni defecto. Tal expresión da énfasis a la naturaleza eterna de la vida divina, la vida del Dios eterno. Los apóstoles vieron esta vida eterna y dieron testimonio de ella y la anunciaron a los demás. Lo que ellos experimentaron no era doctrina, sino que era Cristo, el Hijo de Dios, como la vida eterna, y lo que testificaban y predicaban no provenía de la teología ni del conocimiento bíblico, sino de esa vida tan sólida”.
Tener la vida eterna no simplemente significa que vivimos para siempre en nuestra vida humana y natural. Tener la vida eterna significa que tenemos la misma vida eterna de Dios, la cual es divina, rica y espiritual. Esta vida es nuestra de forma subjetiva. Es decir, no solamente la poseemos como poseemos un objeto tal como un libro. Sino que esta vida es ahora parte de nosotros y la poseemos subjetivamente al nacer de nuevo con la vida divina. Como los hijos de Dios, nacidos de Su vida, compartimos la vida eterna de Dios.
La razón para ser redimidos y para nuestra existencia
Primera de Juan 4:9 dice: “En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios, en que Dios envió a Su Hijo unigénito al mundo, para que tengamos vida y vivamos por Él”.
En este versículo al igual que en Juan 3:16, podemos ver el amor de Dios al enviarnos a Su Hijo unigénito para que tengamos vida eterna en el Hijo. La nota 3 de este versículo nos dice esto:
“Nosotros, los seres caídos, no sólo somos pecaminosos por naturaleza y en nuestra conducta (Ro. 7:17-18; 1:28-32), sino que también estamos muertos en nuestro espíritu (Ef. 2:1, 5; Col. 2:13). Dios envió a Su Hijo al mundo no solamente como propiciación por nuestros pecados a fin de que fuésemos perdonados (v. 10), sino también para que Su Hijo fuese vida para nosotros a fin de que tuviésemos vida y viviésemos por medio de Él. En el amor de Dios, el Hijo de Dios nos salva, no sólo de nuestros pecados por Su sangre (Ef. 1:7; Ap. 1:5), sino también de nuestra muerte por Su vida (3:14-15; Jn. 5:24). Él no solamente es el Cordero de Dios que quita nuestro pecado (Jn. 1:29); también es el Hijo de Dios que nos da vida eterna (Jn. 3:36). Él murió por nuestros pecados (1 Co. 15:3) para que nosotros tengamos vida eterna en Él (Jn. 3:14-16) y vivamos por medio de Él (Jn. 6:57;14:19). En esto se manifestó el amor de Dios, el cual es la esencia de Dios”.
La intención de Dios era que tuviéramos vida eterna aún antes de la caída del hombre en el huerto de Edén. Su intención siempre fue compartir Su vida divina con los seres humanos que Él creó. No obstante, debido a la caída, Dios tuvo que tomar el paso de la redención.
La redención de Cristo nos conduce al propósito original de Dios al crearnos. La redención, entonces, no se limita a sólo liberarnos del juicio eterno en el futuro; nos pone en la posición de recibir hoy la vida eterna de Dios, y por esta vida, vivir una vida según el propósito de Dios tal y como Él lo diseñó desde el principio.
De modo que vemos que la razón tanto de la redención como de nuestra existencia es que tengamos la vida divina de Dios y vivamos por esa vida, la cual es parte del propósito que Dios tiene para nosotros.
Fuimos creados como vasos (2 Co. 4:7) para recibir el tesoro de la propia vida eterna de Dios, y Dios nos envió a Su Hijo a fin de que tengamos esta vida y la tengamos en abundancia (Jn. 10:10). Al llenar nuestro vaso terrenal con Su vida divina, Él llena las necesidades más profundas de nuestra vida humana y nos permite vivir una vida según Su diseño, expresándolo.
Explorar la vida divina en nosotros
De manera que, si bien no podemos agotar nuestra alabanza a Dios por Su redención maravillosa, la historia no termina corrigiendo los errores de la caída de Adán. Ya que hoy tenemos la vida eterna maravillosa de Dios aún falta mucho por recorrer en nuestra vida cristiana. Ya que somos los que hemos sido redimidos, somos inspirados y animados a explorar una vida según el propósito de Dios, una vida vivida por la vida de Dios en nosotros. Es en esta vida que Él nos suministra y llena todas nuestras necesidades día tras día a fin de que crezcamos en Su vida y así lo manifestemos.
Tome un momento para simplemente volverse a Dios, nuestro Creador, Padre, Salvador y Señor, y ore:
“Gracias Señor por morir por mí. Gracias por amarme y redimirme de mi posición caída y librarme de mis pecados. Señor, aún te doy gracias por salvarme a fin de que tenga la vida eterna y hoy viva por esa vida según Tu propósito eterno. Gracias que a diario puedo disfrutar de Tu vida eterna. Muéstrame más de Tu gran propósito y de todo lo que me falta por recorrer como uno que ha sido redimido. Amén”.