Sabemos que cuando existen las relaciones humanas, los sentimientos de las personas de las unas hacia las otras pueden evaporarse después de algún tiempo. Muchas veces, incluso el amor entre ellas desaparece para siempre. El amor de las personas es pasajero, pero ¿sucede lo mismo con el amor de Dios?
A veces disfrutamos el amor de Dios intensamente y nos sentimos seguros en Su amor. Otras veces no estamos conscientes de Su amor. Y aun otras veces hasta nos preguntemos si es que aún nos ama, especialmente después de haber tenido fracasos en nuestra vida cristiana.
¿Acaso dejará Dios de amarme?
Observemos algunos versículos de la Biblia que muestran la magnitud del amor de Dios.
Lo que Dios en Su amor hizo antes de que fuéramos salvos
Juan 3:16 nos dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no perezca, más tenga vida eterna”.
Por medio de la caída, toda la humanidad se contaminó con el pecado y vino a ser maligna. Eramos completamente desagradables. No obstante, el corazón de Dios se llenó de amor por nosotros y no de desprecio. Él no nos dejó en nuestra condición caída, separados de Él por toda la eternidad. Debido a Su amor por nosotros, Dios hizo algo. Dios dió a Su propio Hijo, Jesucristo, para ser nuestro sustituto en la cruz para nuestra redención. Cristo murió allí para eliminar el obstáculo del pecado entre Dios y nosotros. Dios en Su amor, hizo esto por nosotros.
Para que podamos entender la profundidad de este amor, debemos hacernos la siguiente pregunta: “¿Para qué tipo de personas Dios hizo esto?”
Efesios 2:1-3 nos da una descripción completa de lo que éramos antes de que fuéramos salvos:
“Y vosotros estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la autoridad del aire, del espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros nos conducíamos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”.
En dicha condición lamentable no merecíamos más que el juicio. Sin embargo, Efesios 2:4-6 sigue adelante con un palabra maravillosa:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvos), y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales en Cristo Jesús”.
El amor de Dios llevó a cabo dicha salvación tan rica en Cristo por nosotros quienes habíamos caído tan bajo, aún estando muertos nos dio vida juntamente con Cristo.¡Cuan grande es Su amor!
Lo que hizo Dios en Su amor cuando creímos
Cuando escuchamos el evangelio, nos arrepentimos delante de Dios y creimos en Jesucristo, nos sucedieron muchas cosas maravillosas. fuimos liberados de la condenación eterna, perdonados de todos nuestros pecados y reconciliados a Dios. Sin embargo, Dios no se detuvo allí.
1 Juan 3:1 nos dice:
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios, y lo somos”.
Dios nos ama a tal grado que cuando creímos en Cristo, no solamente nos perdonó sino que también nacimos en nuestro espíritu de Su vida divina y llegamos a ser Sus hijos. Haber nacido de Dios es el milagro más grande de este universo y se pudo llevar a cabo debido al amor que Dios tiene para nosotros.
Dios envió a Su Hijo para morir por nosotros, redimirnos e incluso hacernos Sus propios hijos. Nosotros los pecadores caídos y sin esperanza ¡ahora somos hijos de Dios! Tal y como Juan dice, ¡cuál amor es este! Su amor sobrepasa nuestra habilidad para poder comprender esto por completo. Habiendo hecho tanto por nosotros por parte de Su corazón de amor, ¿Acaso nos dejará de amar debido a alguna caída que hayamos tenido de nuestra parte? ¡Nunca!
Lo que la Palabra nos dice acerca de Su amor
Estos versículos nos muestran un poco más acerca de la naturaleza del amor de Dios.
- Jeremías 31:3
“Desde lejos Jehová se me apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso, te he atraído con benevolencia amorosa”.
Cualquier cosa que es eterna no está limitada por el tiempo. El amor eterno de Dios sobrepasa el tiempo mismo. Él nos ama hoy, nos amará mañana y nos amará al paso de los años. Ni siquiera el mismo tiempo puede acabar Su amor Él nos ama ahora y por la eternidad.
- Juan 13:1
“Antes de la Fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que Su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, habiendo amado a los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”.
Amar hasta el fin es amar al máximo, no hay nada que pueda superarlo, nada es retenido. El amor de Dios hacia nosotros es absoluto, completo e ilimitado.
- Romanos 8:38-39
“Por lo cual estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni potestades, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
No importa por lo que estemos atravesando o en que circunstancias desconcertantes nos encontremos o cual sea nuestra condición, ¡nada nos podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús nuestro Señor!
El amor de Dios es seguro
Todos estos versículos nos aseguran que en el pasado Dios nos amó, Dios nos ama hoy y nos amará todo el tiempo hasta la eternidad.
Aunque probablemente nos preguntemos,¿Qué sucede si llego a caer? ¿Acaso Dios aún me amará después de haber pecado? ¿Por qué a veces no siento el amor de Dios?
Cuando pecamos o desobedecemos a Dios, Él no nos deja de amar, ni tampoco nos ama menos. Sin embargo, Dios no puede tolerar el pecado, y cuando pecamos, nuestra comunión con Él se interrumpe. A fin de que la comunión entre el Señor y nosotros sea restaurada, sencillamente debemos confesarle nuestro pecado para así ser perdonados y lavados con la sangre de Jesús. Esta práctica sencilla nos introduce de nuevo al disfrute pleno de la comunión con Él y a Su amor.
A medida que avanzamos en nuestra vida cristiana, en medio de todo y pase lo que pase, Dios nos ama. Esto nunca, nunca va a cambiar.
Oh Dios, gracias por Tu gran amor que te hizo ofrecer a Tu precioso Hijo para que muriera por mi. Gracias por amarme aun cuando estaba muerto en pecado y no merecía Tu amor en lo absoluto. Tu amor es inagotable, inmutable y eterno, y nada me puede separar de este amor. Como te agradezco, siempre me amarás ¡Oh Dios, te amo!
Un himno escrito por A hymn by F.M. Lehman expresa de manera hermosa y poética la profundidad y alcance que el amor de Dios tiene para nosotros. El Coro de este himno dice:
“¡Oh amor de Dios! Qué inmenso es
¡Qué puro y rico en verdad!
Los santos cantarán de él
Por toda la eternidad”.
Le animamos a disfrutar el amor de Dios mientras canta este himno. Si desea, puede escuchar la melodía aquí.