¿Qué significa estar en el mundo pero no ser del mundo?

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En la Biblia, la palabra griega cosmos, traducida mundo en español, tiene distintos significados dependiendo del contexto. El significado de cosmos del cual hablaremos hoy es “sistema” u “organización”, específicamente, el sistema organizado establecido por Satanás para impedir que las personas vivan para Dios.

Dios nos dio un mandamiento sólido e incondicional respecto al mundo en 1 Juan 2:15: “No améis al mundo”.

Como creyentes, es necesario saber claramente lo que es el mundo a fin de que seamos guardados de amarlo y de ser engañados y distraídos por él.

¿Cuál es el origen del mundo?

Dios, por supuesto, no creó al mundo como este sistema en contra de Dios. Dios creó los cielos y la tierra y todas las cosas en la tierra para que el hombre viviera para cumplir Su propósito.

Por ejemplo, Dios cuidó de Adán y Eva en todos los aspectos en el huerto de Edén. Dios les proveyó protección, provisión y hasta placer y disfrute en Su presencia. Lo que Dios creó fue ordenado por Él para que los seres humanos existieran y vivieran para Él.

Sin embargo, cuando el hombre cayó y fue corrompido por Satanás, Satanás comenzó a organizar su propio sistema usando las mismas cosas que Dios creó para la existencia del hombre. El hombre necesitaba alimento, así que Satanás sistematizó el alimento. El hombre necesitaba disfrute y placer, así que él sistematizó el entretenimiento. De esta manera, Satanás formó el mundo, un sistema que ocupa a los seres humanos, y los aparta de Dios y de vivir para Su propósito.

En Génesis 4 podemos ver el comienzo de este sistema del mundo. Caín, quien asesinó a su hermano, abandonó la presencia de Dios y se fue por su cuenta. Sin Dios y Su protección, Caín necesitaba proteger su seguridad, así que construyó una ciudad para sí mismo y su familia. En esta ciudad, los descendientes de Caín continuaron su vida sin Dios y sin Su cuidado. Así que para cuidarse a sí mismos, inventaron la cría de ganado para su provisión, la música para su diversión y la forja de metales para sus armamentos. La ciudad de Caín fue el comienzo de la cultura mundana que existió fuera de Dios.

Las necesidades de la familia de Caín no eran pecaminosas. De hecho, la necesidad del hombre por protección, provisión y placer existían antes de que el pecado entrara en escena. Sin embargo, la intención de Dios era proveer y hasta ser todas estas cosas para nosotros. Cuando Caín abandonó la presencia de Dios, él abandonó la fuente apropiada para suministrar todas sus necesidades. Por consiguiente, Satanás tuvo la oportunidad de usar las necesidades de la vida para introducirlo a un sistema mundano que reemplaza a Dios y existe fuera de Él.

El desarrollo del mundo

El sistema del mundo ha crecido. Hoy Satanás sigue utilizando necesidades diarias legítimas tales como el alimento, la vestimenta, la vivienda y el transporte para capturar nuestro corazón y consumir nuestro tiempo. Solamente hay que mirar a nuestro alrededor todos los anuncios, productos, actividades e inventos compitiendo por nuestra atención. Necesitamos estas cosas, pero el mundo logra que queramos más de lo que realmente necesitamos.

Cualquiera de estas cosas puede llegar a ser algo que quite nuestro tiempo y energía para Dios. Por ejemplo, por todas partes encontramos un nuevo restaurante, una nueva dieta o una comida de moda. Por supuesto que es necesario comer para vivir, pero Satanás ha sistematizado la comida, haciéndola un fin en sí misma. Comemos por placer, usamos nuestra energía para encontrar y disfrutar la gastronomía más sabrosa y gastamos tiempo y dinero en restaurantes y productos alimenticios. En esta manera, Satanás usurpa nuestra necesidad justificada que tenemos por la comida, ocupando nuestro ser con esta parte de su sistema.

Satanás también ha sistematizado la vestimenta. El mundo nos hace sentir la necesidad de obtener cierto tipo de ropa. Como resultado, dedicamos bastante tiempo contemplando los diferentes estilos y gastamos nuestro dinero en comprar ropa nueva. La necesidad de estar vestidos es utilizada por el sistema mundano de Satanás con el propósito de ocupar más y más nuestras vidas.

Además, conforme gastamos más y más en lo último de la comida y la moda, tenemos que trabajar más arduamente y por más tiempo a fin de pagar por estas cosas. Al final, tenemos menos tiempo y energía para Dios y menos dinero que ofrecerle para el avance de Su reino. Estamos completamente distraídos por las cosas que nos atraen en el mundo.

Más cosas del mundo

Quizás la comida o la vestimenta no es nuestro problema. Quizás los juegos de video, los deportes, el arte o el teatro nos atraen. Hay que recordar que Satanás es astuto. Es posible que cierta cosa que atrae a otra persona no le afecte a usted y hasta se pregunte cómo es posible que cierta persona sea capturada por eso, pero el sistema del mundo tiene algo para todos.

Ciertamente el mundo consiste de cosas pecaminosas, pero no todo es pecaminoso. El mundo también incluye cosas tales como la religión, la cultura, la educación, la industria, el comercio y el entretenimiento. Todo esto es usado por Satanás para llenar nuestro tiempo, quitarnos la energía y ocupar nuestros pensamientos a fin de que cada vez más tengamos menos de Dios.

1 Juan 5:19 nos dice: “El mundo entero está en el maligno”.

Satanás mantiene a los seres humanos bajo su control usando el mundo. Él usa todo tipo de cosas como parte de su sistema para atraer y ocupar a las personas. A unos los controla por medio de sus carreras, a otros por medio de la música y a otros más con la educación.

Cuando cualquier cosa, por muy buena que sea, toma posesión de nuestra vida y logra que sigamos otras cosas que no sean el Señor debemos darnos cuenta que esto ha llegado a ser nuestro mundo. De modo que la pregunta que debemos hacernos no es: “¿Es esto bueno o malo?”. La pregunta es: “¿Estas cosas estorban mi relación con el Señor?”. No importa qué sea, si es algo que nos impide vivir para Dios y Su propósito, es el mundo.

¿Qué debemos hacer acerca del mundo?

¿Cómo podemos vivir una vida que no se distrae por el mundo? ¿De qué manera podemos vivir para Dios y el cumplimiento de Su propósito hoy día? ¿Acaso la respuesta tiene que ver con alejarnos o aislarnos de la civilización?

La oración del Señor en Juan 17:15-18 nos dice lo que el Señor desea:

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad. Como Tú me enviaste al mundo, así Yo los he enviado al mundo”.

Estos versículos nos muestran que la intención de Dios no es quitarnos del mundo; sino que permanezcamos en el mundo, pero no seamos del mundo. Dios quiere que vivamos una vida humana normal en esta tierra, pero sin estar bajo el control del mundo, el cual es el sistema de Satanás. Dios quiere que vivamos para Él y que brillemos como testimonios para el mundo acerca de Él.

¿Qué debemos hacer?

Ser controlados por el sistema del mundo maligno de Satanás es un asunto serio. En esta entrada solamente podemos profundizar en algunos puntos útiles. Todos estos puntos requieren de oración y comunión con el Señor.

1. Debemos “ser salvos de esta perversa generación” como dice Hechos 2:40.

No podemos salvarnos a nosotros mismos. Es necesario que seamos salvos. Un hombre que se esta ahogando no puede salvarse a sí mismo, sin embargo el puede ser salvo al permitir que alguien lo salve. Si lucha por salvarse a sí mismo, él en realidad será un estorbo parxa la persona que lo quiere salvar. Es necesario que nos demos cuenta que el Señor Jesús nos quiere salvar de el mundo usurpador y debemos permitirle que lo haga en nosotros.

Ninguno de nosotros somos inmunes a las atracciones del mundo. Quizás nuestra educación nos distraiga, o el deseo de tener la imagen de la familia perfecta o querer alcanzar una posición elevada en un campo en particular. Todos nos distraemos por diferentes cosas, y el mundo siempre tiene algo que cautiva el corazón de cada persona. Y lo que ahora nos es indiferente puede llegar a ser el mundo para nosotros más adelante. Debemos considerar seriamente, ¿existe algo que nos estorbe para amar al Señor y vivir para Él?

Necesitamos orar y permitirle al Señor que nos alumbre y nos muestre cualquier cosa del mundo que nos distraiga de Él. Él es fiel y nos alumbrará y hablará acerca de cosas específicas. Cuando esto suceda, podemos orar: “Señor Jesús, esto ha llegado a ser el mundo para mí. Sálvame del mundo en este asunto. Por Ti seré salvo. No permitas que Tu enemigo me usurpe en esto. Obra en mí para ser salvo de esta distracción”.

2. Podemos ser, como 2 Pedro 1:4 nos dice, “participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.

Nuestra energía y buenas intenciones no pueden liberarnos del poder del mundo. Necesitamos la energía de la vida divina que viene de nuestra participación de la naturaleza divina de Dios. Mientras más disfrutamos a Dios, más podremos escapar la corrupción del mundo.

Es crucial que pasemos tiempo con el Señor Jesús cada día para tener comunión con Él y ser alimentados por Él en Su Palabra. Cuando estamos espiritualmente débiles y malnutridos, la corriente del mundo nos arrastra fácilmente. No obstante, podemos ser llenos de la vida divina por medio de contactar al Señor en Su Palabra y en oración. Entonces estaremos vivientes y saludables durante el día, como “peces” nadando en contra de la corriente de este mundo.

3. Al amar a Dios, podemos ser guardados de amar al mundo, como se indica en 1 Juan 2:15: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”.

Nuestro corazón fue creado para amar, de modo que tiene que amar algo. Sin embargo, nuestro corazón no fue hecho para amar al mundo. Cuando amamos al mundo, no tenemos espacio en nuestro corazón para amar a Dios. No obstante, cuando amamos a Dios, nuestro corazón no tiene espacio para el mundo y somos guardados de amarlo y ser usurpados por él.

Nuestra necesidad diaria es disfrutar la comunión con el Señor en oración y bañarnos en el amor que Él tiene por nosotros. Conforme disfrutamos del amor que el Senor tiene por nosotros, espontáneamente nuestro corazón se llenará de amor por Él. Entre más le amamos, más liberados seremos del mundo y sus encantos. Conforme pasamos tiempo con el Señor Jesús, contactándolo en nuestro espíritu y disfrutándolo en Su Palabra, seremos atraídos a Cristo, quien es el más encantador en el universo. Nos llenaremos de amor hacia Él y no hacia el mundo. Podemos orar ahora mismo:

“Señor Jesús, te amo, pero también sé que amo algunas cosas mundanas. Ten misericordia de mí. Voy a permitir que me salves del mundo. Enseñame a vivir una vida apartada para Ti para que pueda manifestarte a otras personas. Señor, mi deseo es servirte y vivir para Ti. Purifica mi corazón para que ame al mundo cada vez menos y te ame a Ti cada vez más. Amén”.

Que el Señor tenga misericordia de cada uno de nosotros y nos salve del mundo para que vivamos por Él y le sirvamos libremente.

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