¿Necedad o poder de Dios?

“Porque la palabra de la cruz es necedad para los que perecen; mas para los que se salvan, esto es, para nosotros, es poder de Dios”. Escritas hace casi dos mil años, estas palabras en la Biblia se refieren a ciertos griegos que habían rechazado la palabra de Jesucristo y Su cruz, considerándola necedad. Estos griegos se enorgullecieron de su filosofía y fervientemente buscaron sabiduría para entender el universo. Pero realmente no podían explicar la naturaleza humana, ni habían descubierto el significado de la existencia de la humanidad.
 
La Biblia revela que Dios creó al hombre con el propósito de entrar en él para ser la vida, el disfrute y el todo del hombre. Como resultado, el hombre expresaría a Dios. Dios y el hombre no serían dos entidades separadas, sino que estarían unidos en una relación amorosa.
 
Pero antes que esto pudiera suceder, el enemigo de Dios, Satanás, intervino y corrompió al hombre con el pecado desde adentro hacia afuera. La humanidad llegó a ser totalmente pecaminosa tanto en acciones como en pensamientos, y llegó a estar completamente separada de Dios. La humanidad también llegó a ser ignorante del propósito maravilloso que Dios tiene para los seres humanos.
 
Desde entonces, la humanidad ha luchado en vano para vencer la maldad del pecado en su interior y para descubrir el propósito de la existencia humana. Pero hay buenas nuevas. Dios sabiamente abrió un camino de salvación para traernos de regreso a Sí mismo, esto es: Jesucristo y Su muerte en la cruz.
 
Según las apariencias externas, Jesús era meramente un buen hombre que sufrió una muerte innoble al ser crucificado a manos del gobierno romano. Pero Jesús era más que un buen hombre; Él era el Dios todopoderoso, quien se humilló a Sí mismo para hacerse un hombre humilde. Él no tenía pecado, pero llevó voluntariamente los pecados de cada ser humano en Su cuerpo en la cruz. La muerte redentora de Jesús nos salva del pecado.
 
Después que Jesús murió por nosotros en la cruz, Él resucitó de entre los muertos. En resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante, quien está disponible en cualquier lugar para cualquier persona. Cuando lo recibimos, Él viene a vivir en nosotros y nuestras vidas son llenas de significado.
 
Y usted, ¿considerará como necedad la palabra acerca de Jesús y Su cruz, incluso mientras lucha con el problema de sus pecados y el vacío de una existencia sin propósito lo angustia? ¿O reconocerá que la cruz de Cristo es poder de Dios para salvarlo a usted y traerlo de regreso a Él mismo?
 
El Señor Jesús y todo lo que Él hizo en la cruz puede ser suyo. Simplemente necesita recibirlo a Él. Él está esperando para entrar en usted a fin de salvarlo y ser el significado de su vida humana. Usted puede aceptar el camino de salvación de Dios. Sólo abra su corazón a Él y ore:
 
“Señor Jesús, acepto la palabra de la cruz. Confieso que soy un pecador. Te agradezco que moriste por mis pecados en la cruz. Gracias por ser el camino de salvación que Dios ha establecido para mí. Señor Jesús, te abro mi corazón. Entra en mí. Te recibo como mi Salvador y el significado de mi vida. Amén”.

Si usted oró para recibir al Señor Jesús visite esta página. Pida un Nuevo Testamento de estudio gratuito aquí.