La historia de la Biblia, parte 2: la traducción

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Esta es la segunda entrada de una serie especial que se compone de tres partes con respecto a la historia de la Biblia. ¿De dónde provino la Biblia? ¿Cómo fue que se tradujo al inglés y a muchos otros idiomas? Conocer la historia de este libro tan valioso, aumentará nuestra apreciación por la Palabra escrita de Dios y cuán disponible está hoy día a nosotros. Esto nos motivará a atesorar la Biblia y a leerla de forma regular.

La traducción: ¿Cómo sobrevivió la biblia y se propagó a través de toda la historia de la humanidad?

El sacrificio de los traductores

No piensen que es algo insignificante que hoy en día podamos leer la Biblia en un idioma que podemos entender. Aunque la Palabra de Dios ha sido completamente transmitida y documentada por cientos de años, por un buen lapso casi nadie pudo leerla.

“Dios nuestro Salvador, quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad”.—1 Timoteo 2:3b–4

A fin de que todos los hombres reciban la salvación y vengan al pleno conocimiento de la verdad, ellos deben estar dispuestos a aprehender la salvación que se revela en la Biblia y a entender la verdad a la que Dios desea que todos vengan. Todos los hombres hablan diferentes idiomas. Por lo tanto, a fin de alcanzar a todos, fue necesario que la Biblia fuese traducida a idiomas accesibles al hombre. La meta de la traducción de la Palabra Santa es proporcionar a todos los hombres con una traducción en su propio idioma.

A finales de la Edad Media, el esfuerzo por traducir la Biblia a los idiomas que el hombre pudiera entender tuvo mucha oposición y fue llevado a cabo a costa de un enorme sacrificio. A medida que la gente traducía la Biblia a los idiomas vernaculares (comunes), tales como alemán, francés e inglés, una gran resistencia surgió de la iglesia católica romana. Debido a que mucho de lo que la iglesia católica enseñaba y practicaba no era mencionado en la Biblia o aún era prohibido en la Biblia, permitir que las personas comunes tuvieran acceso a la Palabra pura de Dios dañaría el sistema clerical junto con todos los beneficios de aquellos quienes tenían rangos. La iglesia católica, en colaboración con emperadores y naciones seglares (no religiosas), sacrificaron a miles de creyentes que no estaban de acuerdo con las doctrinas y las prácticas que esta tenía. Por consiguiente, cualquiera que tradujera la Biblia a un idioma vernácular de aquella época, era arriesgar su vida.

Sin embargo, tal adversidad y oposición no disuadieron a aquellos que deseaban que la Palabra de Dios estuviera disponible para todos. Las palabras de Martin Lutero son un testimonio adecuado de la decisión de aquellos quienes arriesgaron todo lo que tenían por causa de la Palabra de Dios: “Nos pueden hoy matar; mas Dios y la verdad han de reinar por siempre”.1 Hoy, como aquellos que hemos sido beneficiados de su labor y sacrificio, debemos atesorar, leer y asimilar el fruto de toda su labor.

Nivel de alfabetización de la población en general

Aunque hombres fieles laboraron y arriesgaron sus vidas a fin de que la Biblia estuviera disponible para los hombres, todavía era necesario que el nivel de alfabetización aumentara entre la gente.

Antes del siglo XIV, eran pocos los que sabían leer y escribir y a menudo limitado al clero. No obstante, con la nueva cultura del renacimiento italiano, la alfabetización como un medio de mejoramiento social empezó a ser promovida y dejó de ser una habilidad limitada al clero. A principios del siglo XV, el monopolio clerical en cuanto a leer y escribir fue decisivamente derrocado. La habilidad de leer y escribir fue considerada en alta estima y de suma importancia y cada vez más personas eran alfabetizadas. La lectura llegó a ser un asunto de enriquecimiento personal. Como resultado, la exigencia de libros aumentó. Un erudito se dió cuenta que “el aumento del alfabetismo creo prácticamente un apetito insaciable por material de lectura,” aún así el suministro de libros quedó muy retrasado.2

La revolución de la publicación en masa

A fin de propagar las traducciones vernáculas de la Biblia para que la gente pudiera leerla, la tecnología de producción masiva de la Biblia era necesaria. Antes de que se inventase la imprenta, la producción de libros era actividad de mucha labor, costosa ineficiente y lenta. Escribas entrenados diligentemente transcribieron el texto y las ilustraciones a mano. Debido al aumento del alfabetismo y la correspondientemente gran demanda de libros, los empresarios empezaron a buscar la manera de mejorar el proceso de hacer los libros y reducir el costo. Johannes Gutenberg fue el primero en llevar a cabo una nueva tecnología, una tipografíametálica de tipos cambiables. Al haber completado su invención monumental de la primera imprenta moderna, Gutenberg prosiguió a imprimir un libro: el Libro. En 1456, Gutenberg produjo la primera Biblia impresa por una máquina de tipografía movible.3

Es imposible cuantificar el efecto que la imprenta ha tenido en la humanidad. Un historiador relata, “Ahora los ejemplares de libros pueden reproducirse más rápido, a más bajo precio y con una mayor exactitud de lo que anteriormente era posible”.4 Es de especial importancia el efecto que la imprenta tuvo en la trayectoria de la Biblia. Sin la imprenta, la Biblia traducida no hubiera estado tan disponible para la gente común. La invención de Gutenberg abrió el camino para que la meta de quienes laboraron en la traducción de la Biblia a los idiomas vernáculos se pudiese lograr.

William Tyndale: el centro de atención en la traducción

William Tyndale, a quien le debemos la primera Biblia impresa en inglés,5 fue usado por el Señor en gran manera, e hizo posible que la Palabra de Dios estuviese disponible y fuese entendida por el hombre común. Por muchos siglos, los gobiernos y entidades religiosas limitaron severamente a las personas laicas el acceso a la Biblia al confinarla a idiomas que requerían estudios de gran erudición. Tyndale creía que “el origen de lo que causaba tanta confusión en la mente de las personas [en asuntos bíblicos] era su ignorancia de las Escrituras. Si esta ignorancia fuera corregida, el entendimiento de todos sería abierto y la verdad se daría a conocer”.6

Armado de tal convicción, Tyndale dedicó su vida para traducir la Biblia adecuadamente y distribuirla ampliamente en el idioma del hombre común. A pesar de que confiscaron y destruyeron su obra varias veces y de los atentados constantes contra su vida, él permaneció fiel a su servicio ante una oposición inmensa, la cual continuó incluso hasta su muerte como mártir.

William Tyndale fue un traductor genial y prolífico, quien tradujo fielmente del texto griego original el primer Nuevo Testamento completo impreso en inglés, el Nuevo Testamento de Worms de 1526. Aún existen dos ejemplares.7 Cuando publicó el pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) en Inglaterra en 1530, Tyndale fue el primero que tradujo del hebreo, un idioma prácticamente desconocido en Inglaterra en aquel entonces.8

Ironicamente, aunque Tyndale paso la mayor parte de su vida laborando en medio de la persecución incesante del rey de Inglaterra, la versión tan aclamada King James Bible, publicada sólo 80 años después que la versión de Tyndale fuese impresa, tomo prestado casi palabra por palabra la mayor parte de su obra.9

El efecto que tuvo William Tyndale en el idioma inglés fue incalculable, a tal punto que muchos afirmaban, “sin Tyndale no habría Shakespeare”.10 La maestría de la obra de Tyndale demuestra su talento tan admirado que tenía de equilibrar la exactitud y la claridad, permitiéndole esta última una gran variedad de expresión. Su habilidad única como traductor tuvo su origen en sus destrezas técnicas de dominar con fluidez y precisión el griego, hebreo, latín y alemán más otros cuatro idiomas, como también por su entendimiento completo del arte complejo de la retórica.11 Su estilo poético sencillo al estructurar la traducción en inglés se puede observar en varias frases sumamente reconocidas, tales como: “Sea la luz” (Gn. 1:3); “guarda de mi hermano” (Gn. 4:9); “la sal de la tierra” (Mt. 5:13); “el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11); “porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido y es hallado” (Lc. 15:32); y “y las autoridades…que hay” (Ro. 13:1 Versión King James).

William Tyndale nació en Gloucestershire, Inglaterra, alrededor de 1494 (la fecha exacta de su nacimiento se desconoce) en una familia próspera y acomodada. Estudió en la Universidad de Oxford, donde obtuvó su Licenciatura en Artes en 1512 y su Maestría en 1515, lo cual le permitió leer teología por primera vez. William Tyndale quedó impactado al descubrir que en sus estudios no se incluyó el estudio de las Escrituras.12

Más tarde asistió a la Universidad de Cambridge donde posiblemente adquirió su conocimiento del griego. Por un corto lapso fue tutor de una familia de Gloucestershire donde a la hora de la cena mantenía ocupados a oficiales de las iglesias del área con discursos joviales que a menudo resultaban en puntos de vista conflictivos de las verdades bíblicas. Fue convocado ante la diócesis bajo la acusación de herejía, la cual fue retirada después. John Fox, en El libro de los mártires, describe una disputa durante la cual Tyndale anunció a un clérigo que su deseo al traducir la Biblia al inglés era para que incluso un campesino conociera más de las Escrituras que el clérigo mismo.13

Debido a que Tyndale no pudo traducir la Palabra de Dios en Inglaterra sin un permiso episcopal, acudió a Londres donde apeló al Obispo Cuthbert Tunstall con el fin de que éste apoyara su obra. Su petición no tuvo éxito. Puesto que no sólo era difícil, sino imposible, traducir la Biblia de forma independiente en Inglaterra, mientras el rey católico Enrique VIII, “el defensor de la fe,” estuviese en el trocomenzó la traducción del Nuevo Testamento al inglés. En Agosto de 1525, la obra estaba practicamente terminada y lista para ser imprimida en Colonia, Alemania. Sin embargo, las autoridades locales, alertas al progreso de la traducción, prohibieron que se imprimiese, lo cual causó que Tyndale recogiera todo su trabajo antes de que fuese confiscado huyendo al Rin de Worms. El primer Nuevo Testamento completo que fue impreso en inglés apareció en febrero de 1526 y un mes más tarde los ejemplares comenzaron a llegar a inglaterra.14

Esta fue la primera vez que el Nuevo Testamento completo, fielmente traducido del idioma original griego (en vez de aquella errónea versión católica del latín), podía ser leído por cualquiera que pudiera leer en inglés. Esto alarmó a las autoridades inglesas y el mismo obispo Tunstall proclamó una prohibición del libro, llamándolo un “gran veneno pestífero y pernicioso”.15 Él recogió todos los ejemplares que pudo hallar para quemarlos publicamente y compró grandes cantidades de los libros en Europa antes de que llegarán a Inglaterra. Ironicamente, Tyndale utilizó la mayor parte del dinero que recibió de estos pedidos cuantiosos para la revisión e impresión de versiones actualizadas. Aunque las autoridades eclesiásticas trataron de prevenir la propagación del Nuevo Testamento de Tyndale, no tuvieron éxito. Existen pruebas que en muchas partes de Inglaterra, grupos de personas se reunían a leer y a escuchar la Palabra de Dios.16

William Tyndale pasó los siguientes años trabajando libremente en Amberes. No obstante, en 1535 un joven inglés logró ganarse su confianza y luego insidiosamente lo traicionó por dinero. Tyndale fue secuestrado y puesto en prisión en el Castillo de Vilvoorde al norte de Bruselas. Fue enjuiciado por herejía delante de 17 comisionados y éste escogió defenderse a sí mismo no por medio de maniobras legales sino por medio de las Escrituras. Tyndale escribió su defensa en un libro titulado Sola fides justificat apud Deum, “Solamente la fe nos justifica ante Dios”.17

Finalmente, Tyndale fue condenado a muerte y después de pasar 16 meses en prisión, fue “llevado al lugar de la ejecución…atado a la hoguera, estrangulado por el verdugo y luego consumido en llamas, en el pueblo de Vilvoorde, en 1536; clamando en la hoguera con un celo ferviente, y en voz alta, ‘¡Señor, ábrele los ojos al rey de Inglaterra!’”18

Sin duda Tyndale se hubiera regocijado al saber que su oración fue escuchada: después de algunos meses de su martirio, una Biblia completa, en inglés, dos tercios de la cual pertenecían a su obra, y autorizada por el rey Enrique VIII circulaba en Bretaña.19

Lea la tercera parte de La historia de la Biblia para aprender más sobre la interpretación y cómo entendemos la Biblia.

1 Martín Lutero, “Castillo fuerte es nuestro Dios,” núm. 399 en Himnos (Anaheim, CA: Living Stream Ministry, 1996).

2 Alister McGrath, In the Beginning: The Story of the King James Bible and How It Changed a Nation, a Language, and a Culture (New York: Anchor Books, Random House, 2002), 8, 14.

3 ob. cit., 9-15.

4 Bruce Metzger, The Text of the New Testament: Its Transmission, Corruption, and Restoration, 3rd enlg. ed. (New York: Oxford University Press, 1992), 95

5 F.F. Bruce, History of the Bible in English, 3rd ed. (New York: Oxford University Press, 1978), 28.

6 Ibid., 28-29.

7 Ibid., 31.

8 David Daniell, The Bible in English (New Haven: Yale University Press, 2003), 147-148.

9 David Daniell, William Tyndale: A Biography (New Haven: Yale University Press, 1994), 2./p>

10 Daniell, The Bible in English, 158.

11 Ibid., 133.

12 Ibid., 140.

13 Bruce, History of Bible in English, 28-29.

14 Ibid., 30-31.

15 Alfred W. Pollard, Records of the English Bible: The Documents Relating to the Translation and Publication of the Bible in English, 1525-1611 (London: Oxford University Press, 1911), 109.

16 Daniell, The Bible in English, 144-146.

17 Ibid., 154-155.

18 John Fox, Fox’s Book of Martyrs, ed. William Byron Forbrush (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1978), 184.

19 Daniell, The Bible in English, 157.