¿Qué debo hacer cuando peco después de ser salvo?

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mujer leyendo la Biblia sobre la mesa

Cuando primero nos arrepentimos ante Dios y recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador, fuimos perdonados de todos nuestros pecados y salvos del juicio. ¡Fuimos llenos de alegría y paz!

Pero aunque somos salvos, todavía cometemos pecados. El hecho de que pecamos después de ser salvos no significa que nuestra salvación no sea real o eternamente segura. La Biblia nos da la certeza de que sí lo es, así que no necesitamos ser salvos de nuevo.

Pero ¿qué debemos hacer cuando pecamos? Por parte de Dios, Él no puede simplemente pasar por alto o ignorar los pecados que cometemos. Y por nuestra parte, estamos cargados de culpa después de hacer algo que ofende a Dios. En esta entrada, leeremos pasajes claves de la Biblia que nos muestran cómo podemos aplicar la provisión de Dios para nosotros cuando pecamos después de ser salvos.

¿Por qué pecamos después de ser salvos?

Primero, hablemos de por qué pecamos incluso después de recibir al Señor.

Dios creó a los seres humanos con un espíritu, un alma y un cuerpo. La intención original de Dios para Adán, quien representa a toda la humanidad, era que recibiera la vida divina de Dios al comer el árbol de la vida en el huerto del Edén. Pero en lugar de hacer eso, Adán desobedeció a Dios y asimiló la naturaleza maligna de Satanás al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.

Las consecuencias terribles de la desobediencia de Adán todavía están con nosotros hoy. Una consecuencia fue que el cuerpo puro que Dios creó fue contaminado y se convirtió en la carne, llena de pasiones e inclinada a pecar.

Cuando nacimos de nuevo, recibimos la vida divina de Dios en nuestro espíritu. Pero nuestro cuerpo caído sigue siendo la carne pecaminosa.

Gálatas 5:16 dice: 

“Digo, pues: Andad por el Espíritu, y así jamás satisfaréis los deseos de la carne”.

Pablo les escribió estas palabras a creyentes en Galacia. Esto nos muestra que aún tenemos la carne caída con sus deseos incluso después de ser salvos, lo que explica por qué pecamos.

¿Qué debemos hacer cuando pecamos?

La Biblia nos dice claramente lo que debemos hacer cuando pecamos: debemos confesar nuestros pecados al Señor.

En 1 Juan 1:9, que fue escrito a los creyentes, se nos dice: 

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia”. 

Confesar nuestros pecados a Dios es indispensable en nuestra vida cristiana. Ahora, veamos en detalle el asunto de confesar nuestros pecados.

Por qué necesitamos confesar nuestros pecados

Dios desea tener una relación amorosa con nosotros. Pero cuando pecamos, surge una barrera entre nosotros y Dios que interrumpe nuestra comunión con Él. Esto se debe a que Dios es santo y justo; Él no puede pasar por alto el pecado.

Todos hemos experimentado una interrupción similar en nuestras relaciones humanas. Digamos que usted le habla a su amigo de una manera hiriente, pero nunca se disculpa. Ambos sienten que ha surgido una barrera entre ustedes. El paso del tiempo no ayuda. A menos que aclare las cosas disculpándose, ninguno de ustedes puede sentirse cómodo en presencia del otro.

Cuando se trata de nuestra relación con el Señor, esto es aún más cierto. Disfrutamos de una comunión libre y abierta con el Señor, pero cuando pecamos, nuestra conciencia nos dice que lo hemos ofendido. La comodidad y dulzura en nuestra relación se pierde; nuestro pecado es ahora una barrera entre nosotros. No podemos disfrutar de la comunión con Él como lo hacíamos antes.

La única manera en que nuestra comunión con el Señor puede ser restaurada es al confesar nuestros pecados a Él.

Lo que significa confesar nuestros pecados

Confesar nuestros pecados significa que admitimos y reconocemos nuestros pecados ante Dios. No los cubrimos, no actuamos como si no hubiéramos hecho nada malo, ni esperamos que después de que pase algún tiempo, todo estará bien.

El escritor de Salmo 32 dijo en el versículo 5:

“Mi pecado reconocí ante Ti, y no cubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré a Jehová mis transgresiones. Y Tú perdonaste la iniquidad de mi pecado”. 

Así que debemos reconocer nuestros pecados ante el Señor y admitir que hemos pecado al confesarlos a Él.

Pero ¿cómo sabemos cuándo hemos pecado? ¿Qué deberíamos confesar?

En 1 Juan 1:5 se nos dice: “Dios es luz”. Cuando Dios brilla sobre nosotros, expone nuestros pecados y fracasos, y llegamos a estar conscientes de ellos. La resultante sensación de culpa en nuestra conciencia es intransigente. No puede ser subyugada por ningún razonamiento o excusa de nuestra parte.

En respuesta, estamos de acuerdo con la luz de Dios y Su juicio sobre nuestro pecado al decir: “Sí, Señor, eso es pecado”.

Pero no necesitamos examinarnos a nosotros mismos ni preocuparnos por si hemos hecho algo mal o no. La luz de Dios expone nuestros pecados. Y el resplandor del Señor no es impreciso sino muy específico. Él brilla en cosas como una mentira que dijimos, la forma en que le hablamos a alguien o nuestra desobediencia.

Cómo confesar nuestros pecados al Señor

Confesamos nuestros pecados directamente a Dios por medio de la oración. Ya sea una transgresión pequeña o una grave, tan pronto como nos demos cuenta de ello, inmediatamente debemos admitir nuestro pecado ante Dios y pedir Su perdón.

Para hacer esto, no necesitamos ir a un lugar determinado, decirle a una persona especial o esperar un momento en particular. No importa dónde estemos, tan pronto como sepamos que hemos pecado y ofendido al Señor, Dios quiere que le confesemos en oración. Dado que Él está viviendo en nuestro espíritu, podemos confesarle nuestros pecados en cualquier lugar, en cualquier momento.

El resultado de la confesión: perdón y limpieza

Volvamos a 1 Juan 1:9 para ver el resultado de nuestra confesión: 

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia”.

El resultado de confesar nuestros pecados es que somos perdonados y limpiados. La sangre del Señor fue derramada para que pudiéramos ser perdonados. 

La nota 2 sobre este versículo en el Nuevo Testamento Versión Recobro explica lo que significa que Dios sea fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados: 

“Dios es fiel a Su palabra (v. 10) y justo con relación a la sangre de Jesús Su Hijo (v. 7). Su palabra es la palabra de la verdad de Su evangelio (Ef. 1:13), la cual nos dice que Él perdonará nuestros pecados por causa de Cristo (Hch. 10:43); y la sangre de Cristo ha satisfecho Sus justos requisitos para que Él pueda perdonar nuestros pecados (Mt. 26:28). Si confesamos nuestros pecados, Dios, conforme a Su palabra y con base en la redención efectuada mediante la sangre de Jesús, nos perdona porque Él tiene que ser fiel a Su palabra y justo con relación a la sangre de Jesús; de otro modo, Él sería infiel e injusto. Debemos confesar los pecados para que Él nos pueda perdonar. Tal perdón, cuyo fin es restaurar nuestra comunión con Dios, es condicional, pues depende de nuestra confesión”. 

Aunque el que seamos perdonados y limpiados se basa en la fidelidad y justicia de Dios, requiere nuestra confesión.

La nota 3 sobre el mismo versículo explica lo que significa ser limpiado de toda injusticia:

Perdonarnos es liberarnos de la ofensa causada por nuestros pecados, mientras que limpiarnos es lavarnos de la mancha de nuestra injusticia”. 

Así que no sólo somos perdonados, sino que incluso somos limpiados de la mancha de nuestra injusticia cuando confesamos. Así es como nuestra comunión con el Señor es restaurada.

Algunos ejemplos prácticos

Digamos que su lugar de trabajo tiene un inventario de libretas y bolígrafos. Como son del tipo que le gusta, agarra unos pocos para uso personal en casa. Más tarde, mientras pasa tiempo con el Señor, Él brilla sobre usted y lo condena en su conciencia de que ha tomado algo que no le pertenece.

Podría razonar: “La oficina tiene muchos; no se darán cuenta”. O bien, podría estar de acuerdo con el sentimiento de condenación y culpa en su conciencia y reconocer que lo que hizo estuvo mal.

Cuando decide estar de acuerdo con el Señor, inmediatamente puede admitir que pecó y decir: “Sí, Señor, tienes razón; he pecado. Confieso que tomé esas cosas. Lo siento. Perdóname, Señor. Gracias por derramar Tu sangre preciosa para quitar mi pecado. Señor, límpiame de este pecado”. 

Lo que se requiere no es una promesa de mejorar, sino un reconocimiento de su pecado. Después de confesar, también debe reconciliarse cuando sea necesario. En este caso, debe devolver los artículos a su lugar de trabajo.

Como otro ejemplo, digamos que usted pierde los estribos con un miembro de la familia y sale de la habitación con ira. Luego, más tarde, el Señor brilla sobre usted y se da cuenta de que estaba equivocado. Puede confesar inmediatamente al Señor: “Señor, lamento haber perdido los estribos. Perdóname, por favor. Lávame en Tu preciosa sangre ahora mismo”. Dios inmediatamente lo perdona, y la barrera en su comunión es removida.

Dado que ofendió no sólo al Señor sino también a su familiar, también debe disculparse con esa persona.

Podríamos pensar que algunos pecados parecen demasiado pequeños para preocuparnos. Pero debemos confesar cualquier pecado sobre el que el Señor Jesús brille, grande o pequeño. Todos importan. Si dejamos que los pecados pequeños se acumulen, finalmente nos resultará fácil dejar que un pecado grande permanezca sin confesar. Y cualquier pecado interrumpe nuestra comunión con Dios.

Confesar nuestros pecados en nuestra vida diaria 

Confesar nuestros pecados debería ser un asunto diario.

Así como es imposible no ensuciarnos las manos en nuestra vida diaria, es imposible pasar un día sin pecar de alguna manera. Nos lavamos las manos a lo largo del día, cada vez que notamos que se han ensuciado. No dejamos que la suciedad se acumule. De la misma manera, es mejor que confesemos nuestros pecados tan pronto como nos demos cuenta de ellos y no dejemos que se acumulen. Podemos experimentar ser perdonados y limpiados varias veces al día. 

Así es como podemos tener una relación cercana y amorosa con el Señor y continuar creciendo en Él. Le animamos a leer el capítulo 3 de Elementos básicos de la vida cristiana, tomo 1 para aprender más sobre la provisión de Dios para nuestros pecados. Usted puede descargar el libro electrónico gratis desde cualquier parte del mundo aquí

También pude leer los versículos y las notas del Nuevo Testamento Versión Recobro mencionados en esta entrada. Si vive en los Estados Unidos, puede pedir una copia gratis de este Nuevo Testamento de estudio excepcional aquí.